Mientras el gobierno cubano se llena la boca hablando de “humanismo” y “protección a la infancia”, la realidad volvió a desmentir el discurso oficial. Una foto que se hizo viral en redes sociales mostró algo que duele: niños durmiendo en el jardín de un hotel en La Habana, sin ayuda, sin techo y sin esperanza.
Solo después del escándalo en internet, el régimen corrió a “recogerlos”, como si de basura se tratara.
El hecho ocurrió en las afueras del hotel Muthu, y la imagen encendió las redes, dejando al gobierno en evidencia una vez más. Según confirmó el vocero oficialista Pedro Jorge Velázquez, la foto es totalmente real y los niños “llevan tiempo merodeando por esa zona”.
Una declaración que, más que aclarar, deja al descubierto la hipocresía: ¿cómo puede un gobierno que se autoproclama “humanista” permitir que menores vivan en la calle durante semanas sin mover un dedo?
Velázquez aseguró que, según trabajadores, jardineros y vendedores del área, los niños aparecen allí desde hace más de un mes. Algunos incluso llegan con uniforme escolar y cuelgan su ropa en las escaleras del hotel para secarla.
Y lo más triste: no todos son huérfanos ni abandonados; algunos son enviados por sus propios padres a pedir dinero o comida, porque la miseria ya no deja otra opción.
Para colmo, el vocero aclaró que los niños “no pertenecen al municipio Playa” —como si eso importara algo—, sino que vienen de otros barrios y se quedan allí porque no tienen cómo regresar a sus casas.
Una explicación que suena más a excusa que a solución.
Los trabajadores del hotel aseguran que llevaron tiempo avisando a las autoridades, pero nadie hizo nada… hasta que la foto explotó en redes. Entonces sí: llegó la “recogida” de emergencia.
El diputado oficialista Carlos Miguel Pérez Reyes admitió que simplemente sacar a los niños del lugar no resuelve nada: “Denunciar y recoger no ataca la raíz del problema”, dijo en Facebook. Y tiene razón —aunque lo diga desde dentro del propio sistema.
Mientras tanto, comerciantes y empleados de la zona contaron que ahora ayudar a los niños se volvió un problema. Si les dan comida o dinero, los regañan o los acusan de fomentar la “mendicidad”.
O sea, ni el Estado los ayuda, ni deja que otros lo hagan. Así de absurdo.
Algunos testigos relataron que los pequeños duermen en pasillos, detrás de las paradas o frente a bancos, y que uno de ellos llegó a desmayarse de hambre antes de ser “recogido” por la policía.
El propio Velázquez reconoció que este no es un caso aislado: en varios puntos de La Habana hay niños pidiendo hasta tarde en la noche, sin que nadie se responsabilice.
Por su parte, la viceprimera ministra Inés María Chapman aseguró que “ya se dio solución” y que “las organizaciones pertinentes están trabajando en ello”. Pero, como siempre, no ofreció ni un solo detalle concreto.
Al final, lo único que quedó claro es esto: no fue la conciencia del gobierno la que actuó, sino la vergüenza pública.
Una foto bastó para que el régimen mostrara su doble moral: un país donde los niños duermen frente a hoteles de lujo y la pobreza ya no cabe debajo de la alfombra.