En Cuba, cuando el Gobierno anuncia una “ofensiva”, ya sabemos que algo grande se viene… aunque no necesariamente para bien. Ahora el Palacio de la Revolución ha lanzado su más reciente producción: “Ofensiva por una capital mejor”, una campaña encabezada por Miguel Díaz-Canel con el objetivo (al menos sobre el papel) de rescatar La Habana del caos de basura, apagones y agua escasa.
Pero la gran pregunta es: ¿esto es acción real o solo otro capítulo de la eterna propaganda oficial?
Un sábado a la semana para “salvar” La Habana
Según el comunicado triunfalista del Palacio, Díaz-Canel dedica los sábados a reunirse con los principales jefes del Partido Comunista para “chequear los avances” en temas como la electricidad, el abasto de agua, la recogida de basura y el mantenimiento urbano. Todo muy correcto… si no fuera porque estas reuniones parecen más un ritual político que una gestión real.
La nota, firmada por la jefa de prensa Leticia Martínez, vende la idea de una gran acción coordinada entre el Estado, el Partido, las instituciones locales y “el pueblo habanero”. Una mezcla perfecta de burocracia y épica revolucionaria.
El problema no es el discurso, sino la realidad
El comunicado no suena a informe técnico, sino a guion de propaganda. Se mantiene la fórmula de siempre: se exalta al líder, se minimizan los errores y se proyecta una imagen de eficiencia en medio del desastre.
Los números “mágicos” son un buen ejemplo: dicen que más de 32 mil personas recuperaron el abasto de agua y que se recogieron más de 260 mil metros cúbicos de basura. Pero, ¿en qué período? ¿En qué barrios? ¿Con qué recursos? Nada se aclara.
Sin contexto, las cifras sirven más para la foto que para informar.
Apagones “planificados” y agua cada diez días
Incluso en el propio texto se reconoce que hay municipios donde los ciclos de agua superan los diez días. En cualquier otro país eso sería un escándalo; en Cuba, lo presentan como un avance.
Lo mismo ocurre con los apagones. El comunicado asegura que ahora hay una “mejor planificación” de los cortes eléctricos. Es decir, que los apagones siguen, pero al menos se anuncian con más orden. ¿Eso se llama eficiencia? Parece que en el manual del Gobierno cubano sí.
Mientras tanto, la Unión Eléctrica y los medios independientes confirman que los cortes siguen a diario, incluso en zonas céntricas de la capital.
Un discurso más militar que social
El lenguaje del comunicado no deja dudas: “ofensiva”, “chequeos”, “rigurosidad”, “prioridad”… palabras que parecen sacadas de un parte de guerra. Y en el centro de todo, como siempre, Díaz-Canel, supervisando, exigiendo y “orientando” con su mano firme.
Pero entre tanta supervisión y disciplina, lo que brilla por su ausencia son los resultados.
Nada se dice sobre la falta de recursos, la corrupción, la infraestructura colapsada o la incapacidad de las empresas estatales. Todo se reduce a la narrativa del esfuerzo colectivo y la obediencia al Partido.
Propaganda en tiempos de crisis
Más que una ofensiva, esto parece una operación de imagen. El régimen intenta recuperar el control del relato en un momento en que el descontento ciudadano crece.
Las reuniones, los partes, los discursos… todo busca convencer al pueblo de que “se está trabajando”, aunque el cubano de a pie siga lidiando con la basura, el calor y la falta de agua.
Mucha “ofensiva”, pocos resultados
La “ofensiva por una capital mejor” demuestra que el Gobierno sigue atrapado en su vieja receta propagandística: aparentar acción donde solo hay control.
La Habana continúa llena de basura, los apagones no dan tregua y el agua llega cada vez con más dificultad. El show puede funcionar para las cámaras, pero los habaneros saben la verdad: el discurso se recicla, pero los problemas también.