Una noticia estremeció a toda Cuba en la madrugada del 21 de octubre: el pequeño Nelson Thiago García Lugones, de solo cinco años, fue encontrado muerto en un pozo en la localidad de El Chumbo, municipio de Alquízar, provincia de Artemisa. Su desaparición, ocurrida apenas unas horas antes, había movilizado a toda la comunidad, desesperada por encontrarlo con vida.
Vecinos, familiares y rescatistas pasaron la tarde y buena parte de la noche buscando al niño, hasta que la tragedia se confirmó. Su cuerpecito fue hallado dentro de un pozo cercano a su vivienda, pese a los incansables esfuerzos por rescatarlo. La noticia se regó como pólvora en redes sociales, desatando una ola de dolor, rabia y exigencias de respuestas claras.
“El pueblo está destrozado, todos lo conocíamos, era un niño alegre”, escribió una vecina en Facebook, reflejando la tristeza que invadió a todo Alquízar. Desde que se reportó su desaparición, las redes se llenaron de imágenes del menor y llamados urgentes de ayuda bajo la consigna “cada minuto cuenta”.
Pasada la 1:00 de la madrugada, la búsqueda terminó de la peor manera. El activista José Luis Tan Estrada fue uno de los primeros en confirmar la noticia, relatando que los bomberos lograron sacar el cuerpo del pozo, pero el niño ya no mostraba signos vitales. “No hay palabras para describir el dolor ni consuelo para esa madre”, escribió otro usuario, conmovido por la tragedia.
Las muestras de solidaridad no se hicieron esperar. “El dolor de su partida es inconmensurable”, dijo Leandro Peña Gutiérrez, sumándose a las múltiples expresiones de apoyo a la familia, que ahora enfrenta un vacío imposible de llenar.
Sin embargo, no todos en el pueblo creen que la muerte de Thiago fue un accidente. Una vecina de Alquízar, identificada como Jessica Barnet Hernández, compartió un testimonio en redes sociales que ha generado dudas y preocupación. Según su versión, el pozo donde apareció el cuerpo estaba cubierto de maleza y tapado con una plancha de zinc, y el niño ni siquiera alcanzaba el borde. “Cuando los bomberos lo sacaron ya no tenía puestos los zapatos”, escribió, añadiendo un mensaje que caló hondo: “Esperemos que hagan justicia por el niño Thiago”.
Este detalle levantó sospechas entre los vecinos, que piden una investigación seria y transparente, algo poco común en un país donde las autoridades manipulan o silencian cualquier hecho incómodo para el régimen. A pesar de los rumores sobre supuestas detenciones, Tan Estrada aclaró tras hablar con los residentes que la policía solo había entrevistado a algunas personas y luego se marchó sin dejar explicaciones.
“No hermano, eso es falso. Aquí estuvo la policía temprano investigando, pero detenido no hay”, confirmó un vecino, aunque muchos coinciden en que hay cosas que no cuadran. “Es muy difícil que un niño tan pequeño haya caído solo. Ese pozo está escondido, no se ve”, comentó otro habitante del lugar, mientras crece la desconfianza hacia la versión oficial.
La activista Idelisa Diasniurka aseguró que sí hubo un arresto y que el hecho habría ocurrido cerca de la funeraria, aunque no ofreció más detalles. El régimen, como de costumbre, mantiene el caso bajo un silencio sospechoso, limitándose a confirmar que la investigación sigue abierta.
El diario oficialista El Artemiseño publicó más tarde una nota en la que reconoció el hallazgo del cuerpo en un pozo de la finca “El Recurso”, asegurando que el niño había estado jugando con amigos antes de desaparecer. Pero el texto del medio estatal no aclaró las dudas que inquietan a toda la comunidad ni explicó las inconsistencias señaladas por los vecinos.
La tragedia de Thiago llega apenas dos días después de otro suceso doloroso: la muerte de un adolescente de 14 años hallado sin vida en una piscina de la Ciudad Deportiva, en La Habana. Ambos casos han puesto sobre la mesa un debate que el régimen intenta evitar: la creciente inseguridad, el abandono institucional y la falta de protección real a la infancia cubana.