El régimen cubano anunció que el próximo 2 de noviembre el país volverá al horario de invierno, en lo que presentan como una estrategia para “aprovechar mejor la luz solar”. Sin embargo, muchos cubanos lo ven como otro intento inútil de maquillar la profunda crisis energética que mantiene a la isla a oscuras casi a diario.
De acuerdo con el periódico oficialista Sierra Maestra, el cambio se realizará a la 1:00 de la madrugada, cuando los relojes deberán atrasarse una hora, marcando nuevamente las 12:00. Según el medio, esta práctica se aplica para “optimizar el uso de la luz natural durante los meses con menos horas de sol”.
Lo curioso es que, ese mismo día, Estados Unidos también adoptará su horario de invierno, pero mientras allá la medida pasa desapercibida, en Cuba se disfraza de “plan de ahorro”, como si mover las manecillas del reloj pudiera resolver el colapso eléctrico del país.
El último ajuste horario en la isla fue el 9 de marzo de 2025, cuando comenzó el horario de verano. Desde entonces, los apagones no han dado tregua, y la desesperación del pueblo crece mientras el régimen sigue jugando con excusas recicladas.
Aunque el gobierno intenta vender esta medida como una forma de “aliviar la situación energética” y aprovechar las temperaturas más frescas del invierno, los cubanos ya no se comen el cuento. La gente sabe que los apagones no se deben ni al calor ni a la hora del reloj, sino al desastre en que han convertido el sistema eléctrico nacional.
Las termoeléctricas están al borde del colapso, los mantenimientos llegan tarde y el combustible escasea. Todo esto ha dejado a la isla sumida en cortes de electricidad interminables que golpean por igual a hogares, hospitales y centros de trabajo.
La desconfianza popular tiene razones de sobra. El propio director de la Unión Eléctrica de Cuba (UNE), Alfredo López Valdés, confirmó en septiembre que la central termoeléctrica Antonio Guiteras, en Matanzas, saldrá de operaciones a finales de este año para un mantenimiento capital que durará seis meses.
Durante su participación en la Mesa Redonda, el funcionario reconoció lo que el pueblo lleva años denunciando: falta de mantenimiento, falta de inversión y una red eléctrica obsoleta que apenas sobrevive con parches.
Según López Valdés, el plan de reparación tendrá “un alcance grande” y será “determinante para prolongar la vida útil de la planta”. Pero la realidad es que cada vez que prometen una “solución definitiva”, el país termina con más apagones y menos paciencia.










