El régimen cubano ha vuelto a echar mano de una de sus estrategias más cuestionables: reclutar adolescentes para las filas del Ministerio del Interior (MININT). En medio del creciente rechazo social hacia las fuerzas represivas, el gobierno apuesta ahora por captar jóvenes desde los centros educativos de La Habana, usando discursos patrioteros disfrazados de orientación vocacional.
El perfil oficial “Héroes de Azul en Cuba”, conocido por ser un portavoz del aparato represivo del Estado, publicó en Facebook imágenes de una actividad realizada en el Politécnico Osvaldo Herrera, ubicado en el municipio Plaza de la Revolución, bajo el eslogan “Descubre tu vocación con los Héroes de Azul”.
El evento fue presentado como un supuesto “festival de orientación profesional”, pero en realidad sirvió de vitrina propagandística para el MININT. Hubo charlas con oficiales, exhibición de equipos policiales, simulacros de detenciones y patrullajes, y un discurso edulcorado sobre las “oportunidades profesionales” dentro de una institución que, en los hechos, se dedica a vigilar, perseguir y reprimir a quienes piensan diferente.
Según el texto compartido en redes, la idea era que los estudiantes “descubrieran su futuro junto a quienes garantizan la seguridad del pueblo”. Pero todos en Cuba saben que esa “seguridad” tiene otro nombre: represión. Los mismos uniformados que hoy sonríen en las escuelas son los que mañana golpean manifestantes, hostigan periodistas y amedrentan familias enteras por pensar distinto.
Las imágenes publicadas muestran a jóvenes interactuando con agentes del MININT en lo que describen como “demostraciones inspiradoras”. En la práctica, no es más que un intento del régimen de lavar la imagen de una institución desgastada y desprestigiada.
Esta campaña no es un hecho aislado. En los últimos años, el gobierno ha intensificado estas acciones dentro de los politécnicos y escuelas técnicas, intentando suplir la escasez de personal en sus filas. La falta de credibilidad, la pobreza salarial y el profundo desprestigio social han hecho que cada vez menos jóvenes quieran vestir el uniforme azul.
Mientras tanto, la dictadura insiste en reforzar sus cuerpos represivos para mantener el control ante el descontento creciente y la desesperanza general que impulsa a miles de cubanos a huir del país. En lugar de escuchar a su pueblo, el régimen prefiere adoctrinar a los adolescentes y convertirlos en piezas de su maquinaria de control.
En un país donde faltan alimentos, medicamentos y libertades, el gobierno sigue invirtiendo tiempo y recursos en lo único que sabe hacer: reclutar nuevos verdugos para sostener su poder por la fuerza.