Asesinan a joven cubana en violento asalto mientras defendía su bicitaxi en La Habana

Redacción

La noche del jueves quedó marcada por una tragedia en La Habana. Heidy León Domínguez, una joven cubana trabajadora y madre de una niña de 8 años, perdió la vida tras intentar defender su bicitaxi, el medio con el que se ganaba el sustento diario. El violento asalto dejó además a dos mujeres gravemente heridas, según denunciaron amigos y vecinos en redes sociales.

Heidy peleó como una leona defendiendo su bicitaxi. No tengo palabras para esta horrible noticia”, escribió en Facebook su amigo Dyango Pulido Vives, visiblemente destrozado por lo ocurrido.

Heidy, conocida por su carácter luchador y su esfuerzo diario, se ganaba la vida con su pequeño vehículo de trabajo, símbolo del ingenio y la resistencia del cubano común frente a la miseria que impone el régimen. Pero su valentía no bastó para salvarla de un crimen que refleja la creciente ola de violencia que sacude al país.

Las redes se inundaron rápidamente de mensajes de dolor e indignación. Muchos denunciaron la inseguridad desbordada en las calles habaneras, donde cada día se registran nuevos asaltos y robos sin que las autoridades den una respuesta efectiva. “Otra víctima más de la violencia y del abandono estatal. Pedimos justicia para Heidy”, expresaron vecinos en una publicación compartida en grupos comunitarios.

Como ya es costumbre, el régimen guarda silencio. Ningún medio oficial ha informado sobre el asesinato, ni se ha anunciado la captura de los responsables. Un mutismo que se repite cada vez que la violencia toca a los cubanos de a pie, los mismos que el Estado dice proteger pero deja desamparados.

Mientras la propaganda oficial presume de “seguridad ciudadana” y “tranquilidad social”, los hechos demuestran lo contrario. Los asaltos a cuentapropistas, repartidores, ciclistas y conductores de bicitaxis se multiplican en medio de una crisis económica asfixiante y una policía más enfocada en reprimir manifestaciones que en cuidar al pueblo.

La muerte de Heidy no solo es una tragedia personal. Es el reflejo de un país sin ley ni esperanza, donde sobrevivir cada día se ha convertido en una batalla, y donde el miedo se ha vuelto parte de la rutina.

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