La Universidad de Oriente anunció con bombo y platillo que más de 400 de sus empleados y profesores serán “beneficiados” con paneles solares, dentro del llamado “Programa de Gobierno para la recuperación del Sistema Electroenergético Nacional”, una de esas campañas que el régimen vende como logro, aunque la realidad diga otra cosa.
Según publicó la institución en su página oficial de Facebook, los módulos fotovoltaicos fueron entregados al Ministerio de Educación Superior y en el caso de esta universidad llegarán a 423 personas, entre docentes, investigadores y trabajadores administrativos. También están incluidos algunos centros asociados, como la Empresa de Interfaz de Ciencia y Tecnología Cintro S.A.
Sin embargo, detrás del tono triunfalista se esconde una verdad incómoda: la Universidad de Oriente es una de las más grandes del país, por lo que esa cifra representa apenas una mínima parte de su plantilla. Ni hablar de los cientos de profesores y empleados que ya han abandonado el país, cansados de los bajos salarios y las pésimas condiciones laborales.
En los comentarios de la publicación, la universidad aclaró que los jubilados también forman parte del grupo que recibirá los paneles, describiendo la decisión como “una justa medida”. El post añadió que esta entrega “favorece el aprovechamiento de las energías renovables y mejora la calidad de vida de la comunidad universitaria”.
Pero lo cierto es que, más allá del discurso bonito, la medida no resuelve nada. En un país donde los apagones se extienden por horas y las termoeléctricas están en ruinas, entregar algunos paneles solares a un puñado de empleados universitarios no cambia el panorama de un sistema eléctrico completamente colapsado.
La falta de mantenimiento, la corrupción en las empresas estatales y la escasez de combustible han dejado a millones de cubanos viviendo entre la oscuridad y la desesperación, mientras el gobierno sigue parchando el problema con medidas cosméticas para intentar disimular su fracaso.
El régimen sigue vendiendo espejitos solares, pero la realidad es que el pueblo continúa sin luz, sin refrigeración y sin esperanza de una solución real. La entrega de paneles puede aliviar a unos pocos, pero no resuelve la miseria energética en la que el castrismo ha hundido al país.
En medio de esta crisis, el Banco de Crédito y Comercio (BANDEC) en Pinar del Río anunció hace unos días un nuevo programa de créditos para comprar equipos que funcionen con energías renovables. Según el oficialista Cubadebate, la medida busca “impulsar tecnologías sostenibles y simplificar los trámites”.
La propaganda suena bien, pero en la práctica es otra historia: solo podrán acceder a esos créditos los trabajadores de la salud y la educación previamente seleccionados por el Estado, lo que convierte el programa en otro filtro de privilegios para unos pocos, mientras la mayoría sigue a oscuras.







