La madrugada de este sábado volvió a golpear al maltrecho Sistema Eléctrico Nacional (SEN). La Unidad 3 de la Central Termoeléctrica Carlos Manuel de Céspedes, en Cienfuegos, salió inesperadamente de servicio, dejando aún más comprometida la generación del país.
La Unión Eléctrica de Cuba (UNE), fiel a su estilo hermético, se limitó a publicar en Facebook una escueta nota: “A la 1:14 horas. Salida imprevista de la unidad 3 de la CTE Carlos Manuel de Céspedes. Se investigan las causas.” Ni una palabra más. Sin explicaciones ni plazos, como si el pueblo cubano no tuviera derecho a saber por qué sigue pasando noches enteras sin corriente.
Lo cierto es que estos apagones ya no sorprenden a nadie. Las salidas “imprevistas” se han vuelto parte del día a día en un sistema eléctrico que hace rato está en ruinas. Fallas técnicas, equipos obsoletos, falta de mantenimiento y ausencia total de piezas de repuesto son el pan de cada día en las plantas del país, muchas de las cuales deberían haber sido reemplazadas hace décadas.
La CTE Carlos Manuel de Céspedes, una de las más importantes del centro de la isla, arrastra un deterioro crítico, reflejo del abandono y la desidia del régimen. Mientras tanto, el Gobierno insiste en culpar al “bloqueo” de todos sus fracasos, evitando reconocer que la corrupción, la mala gestión y la falta de inversión real son los verdaderos culpables del desastre energético nacional.
Y por si fuera poco, el incidente ocurre justo cuando la Tormenta Tropical Melissa empieza a azotar el oriente cubano con lluvias intensas y vientos peligrosos. El fenómeno se fortalece y podría convertirse en huracán en los próximos días, acercándose peligrosamente a la isla.
En Baracoa y otras zonas orientales, muchas familias ya sufren inundaciones y cortes eléctricos prolongados. Sin corriente, sin información y sin apoyo estatal, los cubanos enfrentan nuevamente la incertidumbre con lo poco que tienen, mientras el régimen permanece en silencio, desconectado —literal y políticamente— de la realidad del país.
