Santiago de Cuba está viviendo horas de pura incertidumbre y angustia con la inminente llegada del huracán Melissa. Entre apagones eternos, escasez de agua potable y falta de alimentos, la gente intenta prepararse como puede, sin apenas respaldo del Estado.
Los vecinos denuncian que “cada quien se salva como pueda”, mientras las autoridades del régimen se limitan, como siempre, a “evaluar la situación” desde sus oficinas climatizadas.
El reportero santiaguero Yosmany Mayeta lanzó un mensaje urgente en su página de Facebook que refleja la tensión en las calles: “Sálvese quien pueda… La tormenta Melissa amenaza el oriente de Cuba y Santiago podría recibir el golpe más fuerte. Lluvias, vientos y apagones son inminentes. El pueblo se prepara con miedo, sin recursos y sin confianza. Aseguren sus casas, guarden agua y ayuden a sus vecinos. ¡Aquí, solo el pueblo salva al pueblo!”
Las reacciones no se hicieron esperar. En los comentarios, se multiplican las súplicas y los mensajes de desesperación. “Padre nuestro, ayúdanos”, escribió una vecina. Otra se quejó de la falta de agua: “¿Cómo vamos a guardar agua si no la ponen? El centro lleva más de un mes sin servicio”. Y un residente, agotado por los apagones, lamentó: “Llevamos más de 28 horas sin corriente, y ahora viene el huracán a rematar lo que queda”.
Las historias se repiten una y otra vez: familias sin casa, sin comida, sin gas y sin esperanza. “Ni siquiera han traído la canasta básica”, se queja una madre. “Aquí no hay agua, no hay nada”, comenta otro usuario. Mientras tanto, las autoridades insisten en reuniones, discursos y orientaciones que no resuelven los problemas urgentes.
Algunos ciudadanos piden acciones concretas y no más palabras vacías: “Menos reuniones y más calle. Hay que evacuar, podar los árboles y destupir los tragantes antes de que sea tarde”.
Mayeta Labrada volvió a insistir en la autoprotección comunitaria ante lo que podría ser un desastre mayor. Los vecinos reclaman que, además de resistir, se tomen medidas reales: habilitar puntos de agua, asegurar los techos y atender a los ancianos y familias que viven en condiciones precarias.
En medio de tanto abandono, el llamado más repetido entre los santiagueros es claro: “cuidarnos entre nosotros”. Muchos comparten lo poco que tienen, otros solo pueden rezar. “Solo nos queda pedirle a Dios que nos proteja”, dice una mujer. “No tenemos agua, moriremos de sed”, escribe otra. “Dios tenga misericordia”, se lee en decenas de mensajes.
Mientras tanto, Melissa ya se convirtió en huracán la tarde de este sábado y sigue intensificándose rumbo a la Mayor de las Antillas. El Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (NHC) advirtió que el sistema podría convertirse en un huracán mayor en las próximas horas, con vientos extremadamente peligrosos.
El viernes, Melissa ya había dejado su marca en República Dominicana, causando inundaciones, deslizamientos y daños materiales. Ahora, todo apunta a que Cuba será su próxima víctima, y lamentablemente, el pueblo santiaguero tendrá que enfrentarlo solo, a oscuras y sin apoyo real del régimen.










