Con el huracán Melissa acercándose peligrosamente a la zona oriental de Cuba, los camagüeyanos viven entre el miedo al ciclón y la desesperanza por un panorama que ya parece postapocalíptico. No solo temen al viento y la lluvia, sino también al abandono, la suciedad y la desidia oficial que inundan sus calles.
Mientras el régimen anuncia con fanfarria la Fase de Alerta Ciclónica desde Camagüey hasta Guantánamo, los vecinos denuncian que la basura se acumula sin control, los focos de infección se multiplican y el peligro aumenta con cada nube que se acerca.
En el Callejón Vásquez, entre 20 de Mayo y San Rafael, los residentes viven literalmente rodeados de desechos. Montones de basura se apilan junto a las casas, generando un hedor insoportable y un foco sanitario en una zona donde, según el periodista independiente José Luis Tan Estrada, circula un virus que ya ha cobrado vidas de adultos y ancianos.
“Ese basurero antes era grande, ahora parece pequeño, pero solo porque antes estuvo mucho peor”, confesó una vecina entre resignación y rabia, señalando el punto donde se mezclan restos orgánicos, plásticos y hasta animales muertos.
Los habitantes aseguran que el gobierno local no ha movido un dedo para enfrentar la crisis sanitaria, y el malestar crece mientras el ciclón avanza y las promesas del Partido Comunista vuelven a quedarse en palabras vacías.
En el barrio de Las Mercedes, la situación es igual de deprimente. El periodista José Raúl Gallego compartió imágenes impactantes del lugar, al que describió como “un reparto fantasma”. “Las personas se enferman día a día, los consultorios están cerrados y nadie pasa a recoger la basura”, denunció.
Las fotos hablan solas: montañas de desechos en plena vía pública, sin recoger desde hace semanas, justo en una zona que se inunda cada vez que pasa un ciclón. “Si llega el huracán, toda esa basura irá directo a las alcantarillas o al río”, advirtió Gallego, mientras los vecinos reportan fiebre, diarreas y dolores musculares —síntomas que apuntan a brotes de dengue o infecciones víricas—.
El peligro no se limita al hedor ni a las enfermedades. En los Talleres del Ferrocarril, Tan también alertó sobre árboles que ya alcanzan los cables de alta tensión, una bomba de tiempo que podría costar vidas si los vientos aumentan. “Pedimos que actúen antes de que pase una tragedia”, reclaman los vecinos, cansados de esperar una respuesta que nunca llega.
Camagüey está completamente vulnerable. La llegada de Melissa solo pone en evidencia lo que el régimen lleva años escondiendo: una provincia colapsada, sin recursos, sin gestión y sin esperanza.
Según reportes de CiberCuba, las provincias orientales se preparan “en medio de apagones, escasez y hambre”, con miles de personas sin agua, sin comida y sin electricidad. Incluso la primera secretaria del Partido Comunista en Granma reconoció lo que todos saben: “No se están adoptando medidas”.
Mientras el gobierno repite consignas vacías desde sus oficinas, los basureros siguen creciendo, el olor se hace insoportable y la gente siente que el verdadero desastre llegó mucho antes de Melissa.










