Huracán Melissa podría causar estragos en Guantánamo, convirtiéndose en uno de los peores desastres naturales de su historia

Redacción

La provincia de Guantánamo se prepara para enfrentar lo que podría ser uno de los peores desastres naturales de los últimos años. El huracán Melissa, que avanza con furia por el Caribe, amenaza con golpear el oriente cubano con una fuerza devastadora. Según reportes del Centro Meteorológico Provincial, el fenómeno podría alcanzar categoría 5, con vientos superiores a los 250 kilómetros por hora.

Desde el propio domingo en la mañana, el panorama ya era preocupante. Melissa mantenía vientos sostenidos de 220 km/h, y los expertos alertaban que en cuestión de horas el sistema podría fortalecerse aún más. “Hay que prepararse para un impacto fuerte, sin confiarnos”, explicó el meteorólogo Carlos Román González, quien reconoció que los principales efectos serían lluvias torrenciales, vientos huracanados y marejadas severas tanto al norte como al sur de la provincia.

El especialista comparó a Melissa con el huracán Matthew de 2016, pero advirtió que este nuevo ciclón podría ser más directo y abarcador, dejando daños más extensos sobre el territorio guantanamero. “Matthew pasó más al norte, pero Melissa podría golpear de frente. Su trayectoria exacta aún no está definida, pero todo indica que será amplia y peligrosa”, dijo González.

Las condiciones extremas se sentirán desde la mañana del martes y se extenderán hasta el miércoles, según los pronósticos actuales. El sistema ya genera gran humedad e inestabilidad, lo que, al chocar con las montañas, podría causar lluvias muy intensas y desbordamientos de ríos, especialmente en las zonas que ya están saturadas por las recientes precipitaciones.

Aunque todavía las bandas del huracán no alcanzan el territorio, se espera un deterioro progresivo del tiempo desde la tarde del lunes. La preocupación crece entre los habitantes, que saben bien lo que significa enfrentar un ciclón de gran intensidad sin recursos, con techos en mal estado y con un gobierno que siempre llega tarde.

El régimen, como de costumbre, se refugia en sus discursos de “preparación y control”, mientras la realidad en los barrios es otra: familias sin alimentos suficientes, techos de fibrocemento al borde del colapso y centros de evacuación que, en muchos casos, no tienen ni agua potable. Según datos del telecentro Solvisión, unas 145 mil personas deberán ser evacuadas, la mayoría en casas de familiares o amigos. El resto será llevado a centros improvisados, muchos de los cuales presentan pésimas condiciones de higiene.

Las autoridades aseguran que ya habilitaron más de cien centros de evacuación y que preparan otros espacios con capacidad para albergar hasta 142 sitios en total. También prometen comida y servicios básicos, aunque en la práctica los cubanos saben que esas promesas rara vez se cumplen. En muchos huracanes anteriores, los damnificados terminaron pasando hambre o durmiendo sobre el suelo mojado mientras esperaban una ayuda que nunca llegó.

Por su parte, el sector de Educación anunció la suspensión de las clases para la próxima semana, una medida lógica pero que evidencia el caos generalizado en la región oriental. En tanto, el Instituto de Meteorología de Cuba advirtió sobre marejadas violentas y penetraciones del mar en las costas del sur de Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo.

La primera secretaria del Partido Comunista en Santiago, Beatriz Johnson Urrutia, también lanzó un mensaje de “alerta” ante la inminencia del ciclón. Sin embargo, detrás del tono oficialista, muchos interpretan su discurso como otro intento de mantener la imagen de control mientras el país se hunde —literalmente— en la tormenta.

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