El empresario cubano Sandro Castro, nieto del difunto dictador Fidel Castro, reapareció en redes sociales con un video que ha levantado polvo. Esta vez, el joven —famoso por su vida de lujos y excesos en medio de la miseria del pueblo— aseguró que la inflación en Cuba “se ha convertido en un problema grave que afecta no solo a la gente común, sino también a los emprendedores”.
Con su ya conocido aire de “empresario del sistema”, Sandro se mostró preocupado por el precio del dólar, que ya ronda los 500 pesos cubanos en el mercado informal. Pero, en lugar de señalar a la incompetencia del gobierno o al colapso del modelo económico, decidió culpar al medio independiente El Toque por el alza del billete verde.
“El Toque no es una bolsa de valores, pero es por lo que nos regimos aquí en Cuba. Me gusta que la gente los critique, porque la inflación nos afecta a todos”, dijo el nieto del Comandante, repitiendo el viejo libreto de culpar al mensajero en lugar de al responsable del desastre.
Según Castro, los compradores de divisas —sobre todo los empresarios privados y las mipymes— deberían organizarse “en equipo” para impedir que la tasa de cambio siga subiendo. “Los que compran dólares en grandes cantidades deberíamos unirnos, hacer una asociación o sindicato de empresarios cubanos para trabajar juntos y no dejar que la tasa nos cree más inflación”, propuso, como si la raíz del problema estuviera en los emprendedores y no en las políticas fallidas del régimen que lo sostiene.
En su discurso, Sandro trató de justificar su postura apelando a la narrativa oficial de siempre: el bloqueo, ese argumento de cajón al que acuden los privilegiados del sistema cada vez que necesitan excusar el desastre interno. “Los emprendedores necesitan estabilidad para seguir operando dentro del país, a pesar de las miles de dificultades que tenemos, del bloqueo externo e interno, que nos perjudica muchísimo”, afirmó, sin mencionar que ese “bloqueo interno” tiene nombre y apellido: Partido Comunista de Cuba.
Las palabras del nieto del dictador llegan en el peor momento. El país se ahoga en una crisis económica sin precedentes, con una inflación descontrolada, una moneda que no vale ni el papel en que se imprime y una escasez que ya no distingue clases ni provincias.
Mientras tanto, El Toque ha aclarado una y otra vez que su plataforma no fija los precios del mercado informal, sino que simplemente muestra el valor real del dólar según las transacciones diarias entre cubanos, en un país donde el gobierno se niega a ofrecer un mercado cambiario transparente.
Pero esa realidad no encaja con el discurso del poder. En la Cuba del castrismo, culpar al mensajero sigue siendo más fácil que reconocer la ruina que sembró el sistema. Y Sandro Castro, nieto del hombre que hundió al país, prefiere mirar hacia otro lado mientras el dólar vuela, la inflación arrasa y el pueblo se sigue desangrando para sobrevivir.










