En la provincia de Granma, el caos ya está armado. Las autoridades corren contrarreloj para evacuar a más de 110 mil personas que viven en zonas de alto riesgo, ante la inminente llegada del huracán Melissa, un fenómeno que amenaza con arrasar buena parte del oriente cubano.
Según los propios reportes oficiales, se han identificado 98 zonas críticas, y el 15% de la población provincial necesita ser trasladada urgentemente a lugares seguros. De esa cifra, unas 66 mil personas serán llevadas a centros de evacuación improvisados, mientras el resto deberá refugiarse en casas de familiares o amigos, si es que tienen dónde.
En redes sociales, varios residentes han compartido imágenes que dejan en evidencia la precariedad de los medios usados para evacuar: camiones de carga repletos de gente, colas interminables bajo la lluvia y una población agotada que apenas puede cargar con lo poco que posee. Todo esto demuestra, una vez más, la incapacidad del régimen para enfrentar una emergencia con dignidad y recursos reales.
Mientras tanto, la Presidencia de Cuba anunció que, en total, más de medio millón de personas deberán abandonar sus hogares en las provincias orientales. Solo en Santiago de Cuba son 258 mil 573 evacuados, seguidos por 69 mil en Holguín, 139 mil en Guantánamo, 72 mil en Las Tunas y 110 mil en Granma. Pero más allá de los números fríos, lo que hay detrás son familias enteras sin comida suficiente, sin transporte adecuado y sin garantías de volver a tener un techo al pasar la tormenta.
El anuncio se hizo durante una reunión virtual del Consejo de Defensa Nacional, encabezada por el gobernante Miguel Díaz-Canel, que desde la comodidad de su oficina habló de “proteger a las personas y los recursos vitales”. Sin embargo, la realidad en las calles es otra muy distinta: desorganización, carencias y un pueblo que, una vez más, tiene que arreglárselas solo.
Desde Santiago de Cuba, las autoridades insisten en que están concentrando esfuerzos en el municipio de Guamá, golpeado recientemente por la tormenta Imelda. También aseguran que vigilan los embalses Protesta de Baraguá y Carlos Manuel de Céspedes, aunque poco pueden hacer si las lluvias intensas sobrepasan su capacidad.
En Granma, el panorama es aún más complicado. Los ríos están crecidos, los embalses desbordados y la costa del Golfo de Guacanayabo sufre inundaciones nocturnas que impiden el drenaje natural del agua. La combinación de marejadas, lluvias y el mal estado de las infraestructuras podría convertir a esta zona en uno de los puntos más golpeados por Melissa.
Y es que no se trata de un huracán cualquiera. Melissa ya alcanzó la categoría 5, con vientos sostenidos de 270 kilómetros por hora, según el Centro Nacional de Huracanes (NHC). Es un verdadero monstruo que pone a Cuba y a Jamaica en alerta máxima. El organismo norteamericano advirtió que el ciclón “llegará al sureste de Cuba como un huracán muy potente”, algo que los cubanos del oriente ya sienten en carne propia con los primeros embates del viento y la lluvia.
Actualmente, Melissa se encuentra a unos 530 kilómetros al suroeste de Guantánamo, avanzando lentamente hacia el oeste, a solo 6 km/h. No obstante, los expertos prevén un giro hacia el norte durante la noche, lo que podría llevar su ojo directamente sobre Jamaica y luego al oriente cubano la noche del martes.










