El hambre y la desesperación se adueñaron este lunes de Santiago de Cuba, donde decenas de personas se lanzaron como alma que lleva el diablo sobre un camión cargado de picadillo, en medio del miedo al huracán Melissa, ya convertido en un monstruo de categoría 5, y la angustia por llevar algo de comida a la casa.
La escena, digna de una película apocalíptica, deja al descubierto el drama cotidiano de los santiagueros, que no solo esperan el embate de un ciclón brutal, sino que además lo hacen sin alimentos, sin recursos y sin apoyo real del régimen, que sigue vendiendo la falsa imagen de que todo está bajo control.
El comunicador independiente Yosmany Mayeta Labrada contó en sus redes que el suceso ocurrió en plena Avenida Martí, una de las más transitadas de la ciudad. Un camión que transportaba cajas de picadillo perdió parte de su carga, y lo que comenzó como un simple accidente se transformó en una estampida humana.
Vecinos corrieron sin pensarlo dos veces, peleando por los paquetes antes de que llegara la policía. “Hasta puñaladas dieron, la gente está sin control, con hambre y con miedo al huracán”, contó un testigo citado por el reportero, una frase que lo dice todo.
En cuestión de minutos, el lugar se llenó de patrullas y agentes del orden intentando recuperar la mercancía, aunque muchos ya habían logrado escapar con su “comida de huracán”, como algunos le llamaron entre risas nerviosas.
Este caos se desató justo cuando comenzaban a sentirse los primeros efectos de Melissa en el oriente cubano, con lluvias intensas y vientos que ya hacían temblar las ventanas. Pero la población vive una pesadilla mucho más vieja que el huracán: el hambre, el desabastecimiento, los apagones interminables y las enfermedades que brotan en cada esquina como si fueran parte del paisaje.
“Esto no es robo, es hambre”, dijo una anciana mientras se alejaba con un paquete en las manos, una frase que golpea más fuerte que cualquier viento. Resume el drama de millones de cubanos empujados al límite por un sistema que ha destruido la economía y la dignidad del pueblo.
Lo ocurrido en Santiago de Cuba no es un hecho aislado: es el reflejo de un país hundido en la miseria y el abandono, donde la gente tiene que lanzarse a la calle, a riesgo de su vida, por un pedazo de picadillo. Mientras tanto, el gobierno sigue más preocupado por los partes del Noticiero que por las ollas vacías de su gente.
El huracán Melissa, que ya ha alcanzado vientos de 280 kilómetros por hora, se consolida como un ciclón de categoría 5, el más poderoso registrado en el Caribe en décadas. Pero para los cubanos, la tormenta más destructiva no viene del cielo: viene del propio régimen, que ha convertido la vida cotidiana en una lucha constante por sobrevivir.







