Mientras el huracán golpea, un cubano ofrece salvar los ‘fríos’ de su barrio gratis

Redacción

En medio del miedo, la incertidumbre y los apagones que trajo consigo el huracán Melissa, una historia de solidaridad brilló entre las malas noticias. En el municipio de Rafael Freyre, Holguín, un vecino decidió dar una lección de humanidad ofreciendo su ayuda a todos los que temían perder su comida por falta de corriente eléctrica.

El protagonista se llama Yunier Batista González, y su publicación en Facebook se volvió viral por una razón muy sencilla: ofrecía ayuda desinteresada. “Hermanos de Santa Lucía, el que necesite evacuar un frío por miedo a que se eche a perder me pueden llamar 58105625, totalmente gratis”, escribió el domingo. Sin poses, sin política, solo solidaridad pura.

Su mensaje, breve pero poderoso, fue recibido con una avalancha de reacciones. En cuestión de horas, ya sumaba más de mil “me gusta” y decenas de comentarios de apoyo. En los comentarios, Yunier amplió su oferta: “Un frío, un armario, lo que no quepa en un coche o un triciclo”, reafirmando que estaba dispuesto a mover lo que hiciera falta para ayudar a su gente.

Y es que en estos días de huracán, los apagones prolongados han dejado a miles de familias preocupadas por perder los pocos alimentos que logran mantener en sus refrigeradores. Ante esa angustia, el gesto de Yunier se convirtió en una luz de esperanza. En medio de tanto caos, alguien recordaba que la empatía todavía existe.

Vecinos y usuarios de redes sociales llenaron su muro de bendiciones. “Bendiciones para ti, Yunito, siempre dispuesto a ayudar”, le escribió Hazel Martínez. “Hombres como tú son los que necesita el pueblo”, comentó Mildre Parra. Otros, como Jorge Cruz, agregaron: “Esas actitudes son las que nos engrandecen como seres humanos. Dios te bendiga”.

En una Cuba golpeada por la escasez, los apagones y ahora un huracán de categoría cinco, gestos como este demuestran que la solidaridad sigue siendo el verdadero motor del país. A falta de recursos, sobran corazones dispuestos a tender la mano.

Y Yunier no ha sido el único. En Santiago de Cuba, una iglesia abrió sus puertas para dar refugio a personas evacuadas, y en otras comunidades de Holguín, las autoridades locales pidieron ayuda ciudadana para mover ancianos y niños con motorinas y altavoces. Incluso una activista por los derechos de los animales ofreció su casa para proteger mascotas durante la emergencia.

Son pequeñas acciones que, sumadas, construyen una gran lección: cuando la naturaleza pone a prueba a los cubanos, la solidaridad siempre responde primero. Ni los ciclones, ni la falta de luz, ni la crisis logran apagar del todo ese espíritu de ayuda que todavía mantiene unida a la gente.

Porque en momentos como este, no hay héroes anónimos: hay cubanos con alma grande, como Yunier, que entienden que ayudar al otro también es una forma de resistir.

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