La provincia de Santiago de Cuba amaneció este miércoles bajo el peso de la devastación dejada por el huracán Melissa, que azotó la región durante la madrugada con una fuerza que dejó al descubierto, una vez más, la fragilidad del país frente a cualquier fenómeno natural.
Desde bien temprano, las imágenes de calles inundadas, techos arrancados y postes eléctricos caídos comenzaron a circular en redes sociales, mostrando un panorama de desolación en toda la zona oriental. En el poblado de El Cobre, las escenas son especialmente dramáticas: viviendas destruidas, árboles arrancados de raíz y familias que lo perdieron todo mientras las autoridades brillaban por su ausencia.
Desde los repartos Versalles, Flores y 30 de Noviembre, hasta barrios populosos como San Pedrito, pasando por arterias principales como la avenida Camilo Cienfuegos en Contramaestre, los daños son visibles en cada esquina. La Universidad de Oriente también sufrió importantes afectaciones, con techos desprendidos y vidrieras rotas, símbolo del deterioro que ya arrastraba mucho antes del huracán.
Los videos compartidos por los propios santiagueros dejan clara la violencia de los vientos y el abandono estatal. En la calle Fría, del barrio San Pedrito, una vivienda se desplomó parcialmente y perdió por completo el techo. El periodista independiente Yosmany Mayeta relató en sus redes sociales cómo la situación en varias zonas de la provincia es crítica, mientras la gente intenta sobrevivir sin apoyo real.
En Palma Soriano, los derrumbes y el caos son evidentes. Una residente, al compartir una foto del desastre, solo atinó a escribir: “Palma Soriano, Santiago de Cuba… Dios mío”. Un grito de impotencia que refleja lo que viven miles de familias hoy, enfrentando no solo al ciclón, sino también a décadas de desidia gubernamental.
Melissa tocó tierra a las 3:10 a.m.: un golpe directo al corazón de Oriente
El huracán Melissa, calificado como extremadamente peligroso, entró por la costa sur de Santiago de Cuba, específicamente por playa El Francés, en el municipio Guamá. Según el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, el fenómeno tocó tierra con vientos sostenidos de 195 km/h y una presión mínima de 952 milibares, alcanzando la categoría 3 en la escala Saffir-Simpson.
Aunque llegó algo debilitado tras su paso devastador por Jamaica, donde alcanzó categoría 5, su impacto en Cuba ha sido demoledor. Los municipios costeros como Guamá sufrieron olas de hasta cuatro metros de altura, y las casas más cercanas al mar quedaron destrozadas.
En la ciudad de Santiago, el panorama es igual de sombrío. Lugares emblemáticos como el centro recreativo Zona+ quedaron destruidos, y zonas enteras como la Avenida Patria, Plaza de la Revolución, Mar Verde, Fábrica de Aceite y la Avenida de las Américas se encuentran bajo el agua. El periodista Cuscó Tarradell documentó cómo la ciudad amaneció paralizada, con calles que parecen ríos y postes eléctricos colapsados por doquier.
En El Cobre, el desbordamiento del río arrasó con el puesto de mando, la Casa de Cultura y varios edificios cercanos. En Palma Soriano, la presa Charco Mono se desbordó tras recibir más de 150 milímetros de lluvia en menos de una hora, inundando todo a su paso.
Mientras tanto, Contramaestre y San Luis están prácticamente incomunicados, con carreteras bloqueadas por árboles caídos y comunidades como Poza Blanca completamente bajo el agua. En Segundo Frente, la historia se repite: zonas aisladas, techos arrancados y familias tratando de salvar lo poco que les queda.
Horas críticas en medio del caos y la ineficiencia estatal
Desde la madrugada, los periodistas independientes han descrito la situación como “demoledora”, mientras la Defensa Civil, siempre reactiva y poco efectiva, mantiene una “alerta máxima” que llega demasiado tarde para muchos.
Las autoridades advierten que las próximas horas serán “decisivas”, pero la población sabe bien que, como siempre, el pueblo se queda solo ante la catástrofe. Los canales oficiales insisten en que nadie salga de sus viviendas, aunque muchos no tienen ya ni techo bajo el cual refugiarse.
El paso del huracán Melissa golpea una provincia que ya venía sumida en el abandono. Santiago de Cuba enfrenta un deterioro estructural alarmante, con redes eléctricas colapsadas, construcciones en ruinas y una economía local que apenas sobrevive.
En medio de la crisis económica, energética y agrícola que atraviesa el país, cada evento climático se convierte en una tragedia mayor. Los santiagueros no solo enfrentan los embates de la naturaleza, sino también las consecuencias de décadas de negligencia y corrupción bajo un régimen incapaz de proteger ni reconstruir.
Mientras el gobierno repite sus discursos vacíos desde La Habana, la realidad es que en el oriente cubano la gente se las ve sola, sacando agua con cubos, recogiendo escombros y tratando de no perder la esperanza entre tanto desastre. El huracán Melissa no solo destrozó techos, sino que dejó al descubierto, una vez más, el profundo colapso del sistema cubano.










