El gobernante cubano Miguel Díaz-Canel volvió a soltar una de esas frases que retratan, sin quererlo, la miseria que vive el país, al decir que los habitantes del occidente y del centro de Cuba son “privilegiados” por tener electricidad. Sí, tener luz —algo básico en cualquier lugar del mundo— es ahora, según él, un lujo al alcance de pocos.
El comentario salió durante la Mesa Redonda del 29 de octubre, un espacio donde el régimen acostumbra a vender como “informes de gestión” lo que en realidad son justificaciones y discursos vacíos. Esta vez, el tema era evaluar los daños provocados por el huracán Melissa en el oriente de la isla. Desde el Palacio de la Revolución, Díaz-Canel dirigió una videoconferencia con autoridades provinciales y, en medio de su discurso, dejó caer la frase que indignó a muchos cubanos.
Según el mandatario, gracias a la entrada en funcionamiento de algunas plantas eléctricas, “el occidente y el centro del país van a estar privilegiados” en comparación con el oriente. Dicho de otra manera: si tienes luz en casa, considérate afortunado.
“Va a haber unos días que, si se mantienen las plantas que Vicente (De la O Levy) dijo que entrarían hoy, el occidente y el centro van a estar privilegiados en relación con la situación que hemos vivido”, afirmó el dirigente, como si el caos energético fuera una simple anécdota.
La frase resume perfectamente el derrumbe del sistema eléctrico cubano, un entramado lleno de parches, apagones eternos y promesas rotas. En vez de ofrecer soluciones reales, el gobernante se limitó a aceptar que la desigualdad y la precariedad ya son parte del paisaje nacional. Encender una bombilla o mantener el refrigerador funcionando es, según su propio discurso, un acto de suerte.
Mientras tanto, en el oriente del país, la realidad es devastadora. Tras el paso del huracán Melissa, miles de familias quedaron sin techo, sin comida y sin electricidad. Las imágenes que inundan las redes muestran pueblos enteros bajo el agua, caminos destruidos y postes eléctricos arrancados de raíz. En muchos lugares, la gente lleva días sin agua potable y sin recibir asistencia.
Las autoridades reconocieron pérdidas enormes en la agricultura y la infraestructura, pero, como es costumbre, nadie habla de un plan concreto de recuperación. Todo se queda en discursos y consignas vacías, mientras la población sobrevive como puede.
El comentario de Díaz-Canel cayó como una burla en un momento de desesperación nacional. Decir que algunos cubanos son “privilegiados” por tener corriente es la confesión más clara de que el país está hundido. Un reflejo del absurdo en el que vive la isla, donde hasta el derecho a la luz se ha vuelto un favor del poder.










