Imágenes que marcan: Vecinos de Bayamo cargan ataúd de un anciano en medio de inundaciones por huracán Melissa

Redacción

En medio del desastre que dejó el huracán Melissa en el oriente cubano, una escena estremecedora se vivió en el Reparto Ojeda, en Bayamo (Granma): los vecinos tuvieron que cargar a pie el ataúd de un anciano fallecido, porque nunca llegó el carro fúnebre y el agua dentro de la vivienda del difunto alcanzó casi 1,80 metros de altura.

El episodio, compartido por el internauta Hermes Yasell-CubaFace, muestra la crudeza de la situación que enfrenta la población oriental tras el paso del ciclón. Según el reporte, el anciano —cuya identidad no fue revelada— habría muerto a causa de una arbovirosis, una de las tantas enfermedades que circulan hoy por el país y que se agravan por la falta de medicamentos y el colapso del sistema de salud.

Los vecinos, sin otra opción, se organizaron para sacar el féretro a hombros, caminando entre el agua y el lodo, mientras el barrio entero se encontraba bajo las aguas. Las imágenes de Bayamo, compartidas en redes, muestran un panorama de calles convertidas en ríos, árboles caídos y postes eléctricos inclinados, una mezcla de desolación y abandono que explica por qué el servicio fúnebre nunca apareció.

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Las lluvias más intensas golpearon Jiguaní, Guisa, Bayamo, Media Luna y Cauto Cristo, con acumulados que superaron los 150 milímetros, según reportes locales. Varios embalses como Paso Malo, Corojo y Derivadora Vicana estaban desbordados, elevando el riesgo de inundaciones y aislando comunidades enteras sin ayuda inmediata.

Mientras tanto, el Centro Nacional de Huracanes (NHC) informaba que Melissa mantenía vientos máximos de 155 km/h, moviéndose hacia el noreste con fuerza de huracán categoría 3, lo que mantenía en alarma a todo el oriente cubano. En provincias como Granma, Santiago, Guantánamo, Holguín y Las Tunas, el peligro seguía latente con lluvias intensas y marejadas que no daban tregua.

Pero más allá de las cifras meteorológicas, lo que estremeció a todos fue la impotencia de una comunidad que tuvo que enterrar a uno de los suyos sin auxilio del Estado. Ni ambulancia, ni funeraria, ni autoridades presentes; solo la solidaridad del pueblo, que se abre paso entre el agua para hacer lo que el régimen, una vez más, fue incapaz de hacer.

El panorama en Bayamo sigue siendo crítico: derrumbes parciales, apagones, postes caídos y calles intransitables. Y mientras el gobierno se limita a lanzar mensajes de “resistencia”, los cubanos enfrentan, con sus propias manos y su dignidad, una tragedia que evidencia el colapso total del sistema de respuesta ante emergencias.

En medio de esa realidad, los vecinos del Reparto Ojeda se convirtieron en símbolo de lo que hoy vive el oriente cubano: gente humilde, abandonada a su suerte, haciendo lo imposible por sobrevivir en un país donde, hasta para enterrar a un ser querido, hay que luchar contra el agua, la burocracia y el olvido.

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