En una muestra más de la intransigencia que caracteriza a la dictadura cubana, Roberto Morales Ojeda, alto jerarca del Partido Comunista, rechazó públicamente el ofrecimiento de ayuda humanitaria realizado por Estados Unidos para apoyar a los damnificados por el huracán Melissa.
Desde su cuenta en X, el Secretario de Organización del Comité Central del Partido Comunista expresó su “indignación” ante la disposición del secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, de enviar asistencia directa a la población afectada en el oriente del país.
La respuesta del régimen fue la previsible: desviar la atención hacia sus consignas políticas. “Si fuera sincera voluntad de ese gobierno de apoyar a nuestro pueblo, habrían levantado sin condiciones el criminal bloqueo y eliminado de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo, donde nunca debimos estar”, escribió Morales Ojeda.
Esta declaración confirma la postura habitual de la cúpula gobernante, que antepone su retórica antiimperialista y el enfrentamiento político con Washington a las necesidades urgentes de una población que enfrenta una catástrofe natural. Mientras miles de familias en el oriente del país carecen de electricidad, agua potable y viviendas seguras, la élite en el poder cierra la puerta a una cooperación que no pase por sus manos y, por tanto, no esté bajo su control.
La negativa contrasta deliberadamente con el tono del comunicado del Departamento de Estado, donde Marco Rubio precisó que la ayuda estadounidense se canalizaría directamente al pueblo cubano o a través de socios locales, un mecanismo diseñado específicamente para evitar que la asistencia sea desviada por la maquinaria del Partido Comunista, que históricamente ha utilizado la ayuda internacional para consolidar su control sobre la población.
