El huracán Melissa dejó un rastro de destrucción en el oriente cubano, y Santiago de Cuba no fue la excepción. Familias enteras perdieron sus hogares, y la impotencia y el dolor quedaron capturados en los testimonios de los propios afectados.
Un residente del reparto Chicharrones, en Veguita de Galo, decidió mostrar la magnitud del desastre a través de un video enviado a CiberCuba. En las imágenes, recorre lo que antes era su hogar y no puede ocultar la tristeza: “Bueno, aquí está mi casa, mira esta es mi casa, mi cama aquí… se me fue el techo completo… toda mi casita se fue abajo, mira esto”, dice mientras enfoca los restos de la estructura.
El video refleja la devastación en una zona humilde de Santiago de Cuba. En el patio, solo quedan restos de tablas, planchas de zinc retorcidas y árboles caídos sobre muebles y camas. Escenas similares se repiten en gran parte de la provincia, mostrando cómo Melissa arrasó con décadas de esfuerzo y trabajo de muchas familias.
La presidenta del Consejo de Defensa Provincial, Beatriz Johnson Urrutia, calificó la situación como “muy compleja”. Tras el impacto directo del huracán, Santiago sufrió inundaciones, derrumbes parciales y daños materiales considerables en varios municipios.
Melissa tocó tierra durante la madrugada del 29 de octubre con vientos de más de 190 km/h, afectando localidades como El Cobre, Palma Soriano, Contramaestre y Cayo Granma. En estas zonas, decenas de familias quedaron sin vivienda y los daños fueron descritos por los residentes como “devastación total”: casas derrumbadas, embarcaciones hundidas y barrios completos bajo el agua y el lodo.
En Contramaestre, los ríos desbordados convirtieron las calles en ríos de lodo, dificultando cualquier intento de rescate. Los usuarios en redes sociales denunciaron la falta de respuesta inmediata del gobierno, mientras la gente se las arregla para salvar lo poco que quedó de sus pertenencias.
El impacto de Melissa se agravó por apagones prolongados y escasez de recursos básicos, sumando más presión a las familias afectadas. Se reportaron más de 250 milímetros de lluvia acumulada en Santiago, un número que refleja la magnitud de la tragedia.
En medio de todo esto, el testimonio desde Chicharrones resume lo que hoy sienten miles de santiagueros: “Toda mi casita se fue abajo”. No son solo palabras: es el reflejo del dolor, la pérdida y, al mismo tiempo, la fuerza de un pueblo que intenta levantarse pese a la adversidad.










