Apagones sin fin y caos tras Melissa: Cuba vive uno de los peores colapsos eléctricos del año

Redacción

El Sistema Eléctrico Nacional (SEN) está al borde del colapso total este 1 de noviembre, con apagones que se extienden por todo el país y un panorama devastador en el oriente cubano, donde el huracán Melissa dejó un rastro de destrucción, pueblos incomunicados y comunidades enteras sin electricidad.

Según la propia Unión Eléctrica (UNE), la máxima afectación por déficit de generación llegó a 1.063 MW en la noche del viernes, justo a las 7:20 p.m., y desde entonces el sistema no ha logrado recuperarse. En varias provincias, el servicio lleva más de 24 horas consecutivas interrumpido, un golpe más para una población ya agotada por años de crisis y apagones interminables.

En el oriente del país, desde Las Tunas hasta Guantánamo, la situación es crítica. A la oscuridad se suman los destrozos de Melissa: ríos desbordados, derrumbes, caminos cortados y miles de evacuados. En municipios como Río Cauto, Guamo y Bayamo, la falta de luz paraliza los rescates, impide el bombeo de agua y echa a perder los pocos alimentos que la gente logra conservar.

A las seis de la mañana de este sábado, la disponibilidad del SEN era de apenas 1.360 MW frente a una demanda de 1.700 MW, lo que deja un déficit de 330 MW. Se estima que al mediodía las afectaciones alcancen los 500 MW, y por la noche los apagones podrían superar las 10 horas seguidas en la mayoría de las provincias.

El desastre no solo se debe al ciclón. Las principales termoeléctricas del país siguen en crisis. La Unidad 2 de la CTE Felton y la Unidad 6 de la Diez de Octubre, ambas fuera de servicio por roturas, se suman a la Santa Cruz y la Carlos Manuel de Céspedes (en Cienfuegos), que están paralizadas por mantenimiento. En total, más de 500 MW de capacidad térmica están fuera del sistema.

A eso se añade la crisis de combustible, que ha dejado 60 centrales de generación distribuida paralizadas, lo que equivale a otros 546 MW inactivos. Es decir, el país está prácticamente funcionando a media máquina.

Aunque los parques solares fotovoltaicos aportaron 1.770 MWh durante el día, con un pico de 354 MW, su impacto es mínimo en un sistema que depende casi por completo del petróleo y que carece de reservas energéticas reales.

En el oriente, la combinación de apagones, lluvias e inundaciones mantiene a miles de familias al límite. En Granma, Holguín y Las Tunas, los alimentos se echan a perder, los hospitales operan con plantas viejas y el silencio de las autoridades aumenta la desesperación.

En Río Cauto y Guamo, decenas de personas fueron rescatadas en trenes y botes, y ahora sobreviven en refugios improvisados, sin luz, sin agua y sin noticias de cuándo podrán regresar a sus hogares. “La oscuridad y la incertidumbre son lo peor”, escribió una vecina de Bayamo en redes sociales.

Mientras tanto, el régimen no ha anunciado ni una sola medida de emergencia concreta para restablecer el servicio en el oriente. También se reportan apagones totales en Camagüey, Sancti Spíritus y Villa Clara, lo que demuestra que el problema ya es nacional.

Este nuevo colapso del SEN vuelve a desnudar la fragilidad estructural del sistema eléctrico cubano, un reflejo directo de décadas de abandono, corrupción y falta de inversión. Ni los discursos ni los partes oficiales pueden esconderlo: el país está sumido en la oscuridad, literal y simbólicamente.

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