La historia que conmovió a todo el país no ocurrió exactamente en Bayamo, como informamos al principio, sino en un municipio del Cauto, provincia de Granma, y por eso pedimos disculpas por el error inicial. Allí, en plena operación de evacuación por el desbordamiento del río, varias familias fueron trasladadas en helicóptero ante la inminente crecida de las aguas. En medio del caos, un perro intentó subir junto a su dueño, pero fue detenido por Alejandro Araño, un joven graduado de la Escuela Militar que, según varias fuentes, “colaboraba” en el operativo.
Su decisión fue tajante: los animales no podían abordar, porque “los jefes no lo permitían”. No fue el único caso. Varios perros quedaron atrás, separados de sus tutores, sin resguardo ni posibilidad de salvación. En esa zona del Cauto, la mayoría de los animales son comunitarios, acostumbrados a deambular por las calles y dormir cerca de las casas, pero lo ocurrido fue más que una simple negligencia: fue una muestra de deshumanización total.
Pocas horas después, la emisora CMKX Radio Bayamo publicó en su página oficial un texto titulado “El dolor de la partida”, acompañado de fotos del reportero gráfico Roberto Mesa, quien, según se supo más tarde, solo tomó las imágenes y no participó en la redacción del texto. El texto fue una orden directa de Beatriz Ganado, secretaria de la UJC en la emisora, quien lo envió al grupo de WhatsApp del medio con la instrucción de subirlo “como noticia buena del día”.
El problema fue que la nota no pasó por revisión editorial. Y, como ocurre últimamente en medio del apuro noticioso tras el huracán, el texto fue generado automáticamente con ChatGPT, sin intervención humana ni verificación. El resultado: un texto desastroso, incoherente y carente de empatía, que romantizaba el abandono del perro como si se tratara de una historia poética y no de una tragedia real.
Cuando estalló el escándalo en redes sociales y comenzaron las críticas, Beatriz se negó rotundamente a retirar la publicación, alegando que hacerlo sería “ceder a los caprichos de la contrarrevolución”. La página de Facebook del medio, administrada por más de diez personas, se convirtió en un campo de batalla interno. Algunos periodistas exigían que se bajara el post; otros preferían callar. Pero Beatriz mantuvo su postura, blindada por su militancia política.
El asunto llegó rápidamente a oídos del Partido Comunista en Granma. El jefe del Departamento Político-Ideológico, Michel Carlos, convocó a una reunión de urgencia con los periodistas de la emisora. Allí, frente al director de CMKX y otros medios provinciales, se exigió una explicación y se ordenó investigar qué había pasado realmente con el perro.
Fue en esa reunión donde se identificó finalmente a Alejandro Araño como la persona que impidió que el animal subiera al helicóptero, un detalle que hasta entonces nadie dentro de la emisora conocía. A partir de ese momento, comenzó una operación interna para recomponer la historia, buscando construir una versión “más aceptable al público” mientras esperaban el regreso del dueño del perro o algún dato que justificara una nueva publicación para “desmentir la campaña de las redes sociales”.
Sin embargo, hasta el día de hoy no se tiene información verificada sobre el paradero del perro ni sobre su tutor.
La información sobre todo este manejo interno fue filtrada a nuestro medio por una periodista que años atrás fue voluntaria de Bienestar Animal Cuba (BAC) en Granma, antes del cierre de esa filial. Ella, que hoy trabaja en un medio provincial cercano a CMKX Radio Bayamo, facilitó los datos directamente al teléfono personal de uno de nuestros coordinadores. Posteriormente, una segunda fuente, más cercana a estructuras del poder local, confirmó toda la información, incluyendo nombres, cargos y hechos, sin conocer los detalles proporcionados por la primera.
Lo que comenzó como una publicación “poética” se convirtió en una grieta dentro de la redacción de CMKX. Varios periodistas expresaron su rechazo y reconocieron que la nota dañó gravemente la credibilidad del medio, mientras otros optaron por guardar silencio ante las presiones políticas. Desde la dirección, se ha optado por fingir normalidad y dejar que el tiempo entierre el escándalo.
Pero la verdad sigue flotando: el perrito del Cauto no fue solo víctima de una inundación, sino de una cadena de errores, censura y manipulación mediática. Su historia fue usada sin sensibilidad, su sufrimiento transformado en contenido automatizado y su destino, hasta hoy, sigue siendo un misterio que avergüenza al periodismo oficial cubano.







