Cubana es apuñalada mortalmente frente a su hija pequeña en plena calle en Ciego de Ávila por su expareja

Redacción

El feminicidio de Miriela Mesa Hernández, ocurrido la noche del domingo en la localidad de Falla, municipio Chambas, provincia de Ciego de Ávila, ha sacudido profundamente a toda la comunidad y vuelto a poner sobre la mesa la negligencia del régimen cubano ante la violencia de género, una tragedia que, como tantas otras, pudo haberse evitado.

Miriela, maestra de la escuela primaria Carlos Manuel de Céspedes, era una mujer trabajadora, querida por sus alumnos y respetada por sus vecinos. Su vida fue arrebatada brutalmente por su expareja, Iosvany Noa, quien la atacó frente a su hija pequeña, una escena desgarradora que ha dejado a la población en estado de indignación y dolor.

Según relataron testigos, el crimen ocurrió alrededor de las 7:30 de la noche, cuando el agresor interceptó a Miriela en plena vía pública. La golpeó y le quitó la vida sin que nadie pudiera detenerlo. El pueblo entero fue testigo del horror, mientras la niña —su hija— presenciaba el acto más atroz imaginable.

Familiares y amigos contaron que Miriela y Noa llevaban cuatro meses separados, tiempo durante el cual él la acosaba constantemente por Facebook y en persona, negándose a aceptar el fin de la relación. Las amenazas eran constantes, y el miedo ya formaba parte de la rutina de la víctima.

Vecinos aseguran que días antes del crimen, el agresor había irrumpido en una casa cercana lanzando piedras y blandiendo un cuchillo, mientras gritaba: “esto es para ti”, dirigiéndose a Miriela. Pese a esas advertencias evidentes, ninguna autoridad actuó, ni la Policía ni la Federación de Mujeres Cubanas, instituciones que solo se pronuncian cuando el daño ya es irreversible.

Hoy, el resultado es el de siempre: una mujer muerta, una niña huérfana y un silencio oficial que repite el mismo patrón de impunidad. El régimen, que presume de “protector del pueblo”, sigue sin implementar una ley integral contra la violencia de género, y los feminicidios en la isla continúan ocurriendo con alarmante frecuencia, sin estadísticas oficiales ni transparencia.

Miriela es recordada como una mujer noble, alegre y dedicada a su labor docente, alguien que solo buscaba vivir en paz, lejos de un hombre violento. “Era una persona muy buena, solo quiso alejarse de ese hombre. Esperamos que se haga justicia”, dijo una allegada, temerosa de dar su nombre por miedo a represalias.

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