La mano dura de ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) volvió a sentirse en Florida. Esta vez, tres ciudadanos cubanos con un largo historial delictivo fueron arrestados en diferentes operativos que las autoridades describieron como parte de su estrategia para “mantener a las comunidades seguras”. Los detenidos —Alexander Herrera Acosta, Joaquín Viamonte Salas y Erisbel Artiles— enfrentan ahora un destino incierto: la deportación inminente o el traslado a un tercer país, si Cuba se niega a recibirlos.
El anuncio fue hecho por la propia agencia este fin de semana, y el caso ha generado gran atención en redes sociales por la gravedad de los delitos que arrastran los implicados. Según el comunicado, Herrera Acosta, arrestado en su casa en Cape Coral, fue incluido en la lista de los considerados “Lo peor de lo peor”, como cataloga ICE a los delincuentes extranjeros más peligrosos. Su historial incluye abuso sexual a menores, una condena que lo convirtió en prioridad de captura para las autoridades migratorias.
Por su parte, Joaquín Viamonte Salas, de 34 años, tenía condenas previas por agresión sexual, agresión y hurto, además de una orden final de deportación emitida este mismo 2024. Aunque no se precisó el lugar exacto donde fue arrestado, ICE publicó una foto del momento en que agentes lo esposan frente a su madre, quien —según el comunicado— cooperó con la detención. “Cuando contamos con la comunidad, todos estamos más seguros”, escribió la agencia en la red social X, dejando claro que su captura era cuestión de tiempo.
El tercer detenido, Erisbel Artiles, de 47 años, fue localizado en Tallahassee durante una operación conjunta con la Oficina del Sheriff del condado de Collier, bajo el programa 287(g), que permite a policías locales actuar bajo supervisión de ICE. Su prontuario es de película: hurto, secuestro, robo de vehículos, tráfico de drogas y privación ilegal de libertad. En 2010 fue condenado a más de 10 años de prisión por participar en el traslado ilegal de un inmigrante guatemalteco, al que mantuvo como rehén para escapar. Incluso su madre fue procesada por complicidad en el delito.
Los tres cubanos forman parte de un grupo cada vez mayor de inmigrantes con antecedentes penales que están siendo rastreados y detenidos en distintos estados del país. Desde enero, ICE ha intensificado los operativos como parte de las políticas migratorias reforzadas del gobierno de Donald Trump, que busca deportar con rapidez a quienes hayan cometido delitos graves.
Pero el problema no termina con la captura. Cuba se niega sistemáticamente a recibir de vuelta a sus ciudadanos con historial criminal o a quienes salieron del país antes de enero de 2017, lo que complica los procesos de deportación. Ante esa negativa, Estados Unidos ha empezado a enviar a algunos de ellos a terceros países, incluso a lugares tan lejanos y peligrosos como Sudán del Sur o Esuatini, según informes recientes.
Hasta septiembre de este año, 999 cubanos fueron deportados directamente a la isla, aunque más de 42,000 siguen pendientes de expulsión. ICE asegura que continuará con los operativos, advirtiendo que nadie con cuentas pendientes con la justicia o la ley migratoria está fuera de su radar.
En medio de la polémica, los casos de Herrera, Viamonte y Artiles dejan en evidencia una realidad dura: el sueño americano se convierte en pesadilla cuando los errores del pasado te alcanzan… y esta vez, ICE no perdona ni olvida.










