Ulises Toirac asegura que las acusaciones en contra de Alejandro Gil son «un rompecabezas al que le faltan piezas»

Redacción

El humorista cubano Ulises Toirac ha vuelto a sacar su lado crítico y analítico al hablar del caso de Alejandro Gil Fernández, exministro de Economía y Planificación. Para él, este asunto es mucho más que un proceso judicial: es “un rompecabezas al que le faltan piezas”, un reflejo de cómo el poder en Cuba controla la información y el tiempo de los acontecimientos.

Toirac compartió su opinión en redes sociales, explicando que hasta ahora había evitado pronunciarse, pero decidió hacerlo con claridad: el caso de Gil está lleno de silencios calculados, retrasos estratégicos y datos fragmentados que impiden comprender la verdad completa. “Es incompleto, envuelto en silencios y tiempos calculados”, afirmó.

Su reflexión no se limitó a señalar la falta de transparencia. También criticó la forma en que el régimen maneja la información, decidiendo qué se dice y cuándo, usando el “timing” político como herramienta de manipulación. Para Toirac, estos episodios revelan un patrón de inmunidad sistémica: “hay muy pocas cosas realmente importantes a las que se pueda auditar y pedir cuentas. Contraloría no alcanza los gajos altos. Nadie rinde cuentas”, ironizó.

El humorista recordó cómo el secretismo oficial se ha justificado históricamente bajo la bandera de la seguridad nacional: “una vez nos dijeron que hacía falta discreción porque el enemigo podía atravesarse en los planes”. Esa excusa, según él, se institucionalizó y hoy funciona como carta blanca para que los altos mandos operen sin rendir cuentas.

Toirac fue más allá y denunció la ausencia de justicia real: la defenestración de funcionarios solo ocurre cuando “salta una liebre” que no se puede ocultar, generalmente porque la noticia cruza fronteras. La aplicación de la ley, explica, es selectiva y reactiva, no fruto de transparencia ni de periodismo riguroso. Con un toque de humor ácido, agregó: “¿Periodismo investigativo? Menos que menos. Cogen el dictado y… en el medioevo así se copiaban los libros y los edictos. Se les llamaba escribanos, no periodistas”.

El comediante también cuestionó el impacto social del caso, señalando que lejos de generar confianza en la justicia, refuerza el cinismo: “el caso de Gil ha provocado… el sentimiento popular de ‘todos hacen lo mismo’”. Criticó la narrativa oficial que confunde corrupción puntual con impunidad estructural: “nadie puede afirmar lo contrario porque ni existe control, ni hay responsabilidad compartida”. En pocas palabras, el juicio de Gil no despeja dudas, confirma que la corrupción es la norma, no la excepción.

Uno de los aspectos más reveladores de su análisis fue el momento escogido para hacer público el caso. Toirac señaló que la conclusión de la Fiscalía coincidió con nuevas medidas económicas y la cobertura del paso del huracán Melissa, sugiriendo que el gobierno usa el escándalo como cortina de humo para desviar la atención de su pésima gestión ante la emergencia. “TODO EL PAÍS DEBÍA ESTAR VOLCADO EN LO DE MELISSA Y ORIENTE”, enfatizó con mayúsculas, recordando que el foco real debía estar en las víctimas del ciclón y en la falta de preparación estructural.

Finalmente, el humorista puso en evidencia la manipulación del tiempo político y la memoria social. El retraso de casi dos años entre la detención de Gil y la difusión oficial del caso, según Toirac, refleja la capacidad del régimen para controlar la percepción pública: “Si la gente se olvidó del Saratoga y del tarifazo… ¿Gil? Aguantaba dos meses más ahí tranquilito”.

Con su estilo irreverente, directo y profundamente humano, Ulises Toirac logra expresar lo que muchos piensan pero pocos se atreven a decir: el problema no es una manzana podrida, es el árbol entero. Su análisis del caso Alejandro Gil es, más que una crítica individual, una denuncia del secretismo, la impunidad y la manipulación sistemática que sostiene al régimen cubano.

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