La Conferencia de Obispos Católicos de Cuba (COCC) confirmó este domingo que la ayuda humanitaria enviada por Estados Unidos a los damnificados del huracán Melissa será gestionada directamente por la Iglesia Católica, un detalle clave que marca distancia del control del régimen cubano sobre los recursos.
Según el comunicado oficial, Washington destinó tres millones de dólares en asistencia humanitaria que serán enviados “a través de instituciones de la Iglesia Católica en ese país”, con el propósito de ayudar directamente a los afectados por el huracán Melissa.
La formulación del texto —que deja clara una ruta Iglesia-Iglesia sin mención alguna al Gobierno cubano— ha sido interpretada como una confirmación de que el régimen no tendrá participación en la distribución de la ayuda, un golpe simbólico y político para el aparato de poder que acostumbra a monopolizar toda la cooperación internacional.
En su comunicado, los obispos señalaron que tanto la COCC como Cáritas Cuba están “dando los pasos necesarios y sosteniendo conversaciones útiles y positivas con todas las partes” para que la donación se concrete. También subrayaron su compromiso de mantener la labor humanitaria de la Iglesia, afirmando que esta “quiere seguir respondiendo a su vocación, en las nuevas circunstancias que la historia nos depara”.
El anuncio llega poco después de que la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado (WHA) informara oficialmente que Estados Unidos coordinará directamente con la Iglesia Católica la entrega de la ayuda. En su comunicado en X (antes Twitter), la WHA destacó: “Estados Unidos está coordinando con la Iglesia Católica la distribución de tres millones de dólares en asistencia humanitaria directamente a quienes en el oriente de Cuba fueron más impactados. Nuestras oraciones están con el valiente pueblo cubano”.
Con este paso, la Iglesia Católica se convierte en el canal de confianza de Washington para asegurar que la ayuda llegue a las manos de quienes realmente la necesitan, sin que el régimen pueda manipularla, desviar recursos o usarla como herramienta de propaganda política. Se trata de una decisión histórica que rompe con la práctica habitual de centralizar la ayuda internacional bajo el control del Estado, algo que durante décadas ha permitido al castrismo lucrarse incluso del sufrimiento de su propio pueblo.
Los obispos aprovecharon además la ocasión para pedir oraciones y solidaridad con los habitantes de las zonas más golpeadas, especialmente las diócesis de Santiago de Cuba, Guantánamo, Bayamo y Holguín, donde el huracán dejó miles de damnificados y daños materiales severos.
En su mensaje final, la COCC invocó a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, pidiendo que “conceda la esperanza y fraternidad que el pueblo cubano tanto anhela y necesita”.










