La reciente bajada del dólar en el mercado informal cubano, una de las más pronunciadas de los últimos meses, ha dejado a muchos negocios privados atrapados entre la especulación y la incertidumbre.
Aunque la ley prohíbe que las Mipymes cobren en divisas, muchas lo hacen de manera encubierta para poder reponer mercancías, ya que necesitan dólares o euros para importar productos o comprar al por mayor en el mercado negro. Sin embargo, en los últimos días, varios establecimientos han empezado a rechazar los dólares físicos, justo cuando su valor cae.
En redes sociales, numerosos usuarios denuncian que desde hace tres días muchas Mipymes se niegan a recibir dólares, incluso para compras pequeñas. El caso más comentado fue el del abogado y activista Manuel Viera, quien relató que intentó comprar un paquete de pollo con un billete de 10 USD y nadie quiso aceptarlo.
“No entiendo nada. Si un paquete cuesta 10 dólares, ¿por qué no puedo pagarlo con 10 dólares?”, escribió Viera. Según él, los comerciantes actúan por lógica especulativa: esperan ganar más dinero con el dólar mañana, aunque hoy pierdan ventas.
Además, criticó la falta de visión empresarial: al rechazar divisas, entregan sus clientes al Estado, que mantiene sus tiendas dolarizadas. “Cuando el gobierno tenga dólares suficientes para importar, los barrerá del mercado”, advirtió.
Un fenómeno generalizado
Las quejas se multiplican en todo el país. Usuarios confirman que la práctica ocurre desde hace días en muchísimos establecimientos privados. Otro comentario resumió la paradoja: “No quieren vender en dólares, pero los compran a 420”.
La confusión legal también juega un papel. Los negocios privados no pueden operar oficialmente en divisas, pero dependen de ellas porque el peso cubano no les sirve para reaprovisionarse. Cuando el dólar baja, prefieren retener productos y esperar a que vuelva a subir antes de vender.
Entre especulación y miedo
Economistas señalan que la conducta responde a una mezcla de precaución, oportunismo y falta de formación empresarial. Muchos de estos negocios son simples revendedores, sin estrategia ni capital de reserva, y trasladan cada oscilación del dólar a los precios, pero solo cuando les conviene.
Algunos expertos incluso mencionan una posible coordinación entre grandes importadores privados para provocar una baja temporal del tipo de cambio y recomprar divisas más baratas antes de la siguiente subida.
El malestar crece
Los consumidores expresan enojo y desconfianza: “Cuando sube el dólar, suben los precios; cuando baja, no bajan”. La percepción general es que el mercado privado cubano se comporta como un espejo distorsionado del estatal: sin transparencia, sin competencia y sin empatía.
“El dólar baja, pero la vida sigue igual”, resumió un lector. En Cuba, esta realidad ya no sorprende a nadie.







