El Ministerio de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera (MINCEX) anunció este lunes la apertura de nuevas cuentas bancarias para recibir donaciones destinadas a la recuperación tras el paso del huracán Melissa, una medida que ha provocado más dudas que confianza entre los cubanos.
En una publicación en su perfil oficial de Facebook, el MINCEX informó que los aportes podrán realizarse a través del Banco Internacional de Comercio S.A. (BICSA) y otras instituciones financieras. Sin embargo, lejos de generar tranquilidad, el anuncio desató una ola de críticas por la falta de claridad en la gestión del dinero.
El comunicado no explica por qué se abren nuevas cuentas cuando el sistema bancario estatal, mediante el Banco de Crédito y Comercio (BANDEC), ya había habilitado vías para “los damnificados por el huracán Melissa” incluso antes de que el ciclón golpeara el oriente cubano. Tampoco menciona cuánto dinero se ha recaudado, quién lo recibe ni cómo se auditarán esos fondos.
En redes sociales, la respuesta fue inmediata. Decenas de cubanos expresaron su total desconfianza en que las donaciones lleguen realmente a las familias afectadas. “Mientras no haya transparencia, eso es otro cuento del Estado”, escribió un usuario. Otros recordaron cómo en desastres anteriores el dinero desapareció sin dejar rastro y las comunidades siguieron esperando las ayudas prometidas.
Desde el paso del huracán, las denuncias apuntan a la opacidad del régimen, que mantiene el control absoluto de los canales oficiales de ayuda, impidiendo la participación de organizaciones independientes o grupos comunitarios que podrían garantizar una distribución más directa y justa.
Aunque el gobierno intenta presentar la apertura de estas cuentas como una muestra de “solidaridad internacional”, la población lo percibe como una maniobra propagandística para mantener el control político y financiero sobre los recursos, sin rendir cuentas ni mostrar resultados concretos.
El comunicado del MINCEX tampoco aclara qué entidades supervisarán los fondos ni cómo se utilizarán, lo que solo aumenta el escepticismo popular. “Nada de lo que manejan ellos es transparente. Si de verdad quisieran ayudar, dejarían que la Iglesia o las propias comunidades lo gestionen”, comentó otra usuaria en Facebook.
Mientras tanto, miles de familias del oriente cubano siguen sin techo, sin alimentos y sin electricidad, enfrentando una crisis humanitaria que se agrava cada día. La distancia entre el discurso oficial y la realidad del pueblo es cada vez más evidente, y la confianza en las instituciones del régimen continúa desplomándose al mismo ritmo que crecen las promesas vacías.







