El Consejo de Defensa Nacional, encabezado por Miguel Díaz-Canel, presentó este martes un nuevo reporte de los daños provocados por el huracán Melissa en viviendas, escuelas, hospitales, cultivos y el sistema eléctrico en el oriente de Cuba. Pero detrás de los números oficiales, la situación pinta mucho más grave de lo que el gobierno quiere mostrar.
Según Cubadebate, más de 120.000 personas siguen protegidas en centros de evacuación o casas de familiares y vecinos. Las autoridades contabilizan 45.282 viviendas afectadas, principalmente techos dañados, y aseguran que ya comenzó la entrega de tejas, aunque la rapidez del proceso es cuestionable por quienes viven en el terreno.
El ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, habló de “avances” en la recuperación eléctrica: Las Tunas alcanza un 94,5%, Holguín apenas un 40,5% con generadores aislados, Granma un 50,4% con soluciones provisionales, Santiago de Cuba sigue esperando la conexión de Renté y Guantánamo solo llega al 58,7%, también con islas de generación. La Unión Eléctrica reporta 339 transformadores dañados entre Las Tunas y Guantánamo.
Salud, educación y agricultura: una crisis silenciosa
El Consejo reportó que 461 instalaciones de salud sufrieron daños, incluyendo hospitales, policlínicos y farmacias, mientras que la atención médica y psicológica se mantiene en los centros de evacuación. En educación, 1.552 escuelas resultaron afectadas, de las cuales apenas unas 200 han sido recuperadas. Muchas escuelas siguen funcionando como refugios temporales, lo que retrasa el regreso a clases.
El golpe al sector agrícola es brutal: 78.700 hectáreas de cultivos dañadas, más de la mitad de plátano, con impactos en café y otros productos en zonas montañosas. Los campesinos luchan por rescatar lo poco que quedó, mientras caminos destruidos complican la recuperación y la distribución de alimentos.
Infraestructura y comunicaciones: promesas vacías
La estatal ETECSA reporta avances parciales: Las Tunas recuperó el 95% de servicios fijos y el 90% de radiobases; Holguín llega al 22% y 60%, Granma al 74% y 51%, Guantánamo al 28% y 53%. Santiago de Cuba es la más golpeada, con apenas 3% de servicios fijos y 18% de radiobases operativas. La falta de electricidad limita aún más la conectividad, y la infraestructura dañada incluye 6 torres, más de 60 cables de fibra óptica, 400 cables telefónicos y 1.000 postes.
En municipios como Songo La Maya, los daños son dramáticos: 852 viviendas afectadas, 75 derrumbes totales y 383 parciales, 36 escuelas dañadas y 16 instalaciones de salud con afectaciones. La caída de puentes y deslizamientos de tierra mantiene incomunicadas varias comunidades, dificultando la llegada de ayuda.
La voz de los afectados
Familias de presos políticos y residentes comunes comparten un drama que el gobierno trata de minimizar. Eliannis Villavicencio Jorge, esposa de un recluso, tuvo que refugiarse con sus hijas en una escuela improvisada en Río Cauto, Granma. En El Sitio, Manzanillo, familias viven bajo carpas al borde de la carretera, sin acceso a agua potable, medicinas ni alimentos suficientes.
El periodista José Ortiz Benet documentó la situación y denunció que la ayuda oficial y de donantes externos resulta insuficiente, mostrando imágenes de carpas blancas, cocinas improvisadas y pertenencias apiladas a la intemperie: “un dolor invisible y una miseria profunda”, escribió Ortiz Benet.
En el sector agropecuario, los cafetaleros de Buey Arriba luchan por rescatar la cosecha mientras caminos y despulpadoras dañadas complican la recuperación. Equipos locales priorizan solo zonas accesibles, evitando pérdidas totales.
Melissa deja claro que, en Cuba, la negligencia del régimen convierte cada desastre natural en una catástrofe humana, y la ayuda oficial nunca alcanza a quienes más la necesitan.










