Una semana después del azote del huracán Melissa, el régimen cubano sigue repitiendo su versión de que no hay víctimas mortales ni desaparecidos, a pesar de los testimonios y pruebas que circulan desde las zonas afectadas.
Durante una visita el martes a la provincia de Granma, Miguel Díaz-Canel recorrió el municipio de Río Cauto —uno de los más golpeados por las inundaciones— y escuchó a funcionarios locales asegurarle que “no se ha reportado ningún fallecido ni desaparecido”.
Sin embargo, en comunidades rurales como Camilo Cienfuegos, donde más de mil personas fueron evacuadas a última hora, los vecinos cuentan otra historia: el agua del río Cauto arrasó con casas, cultivos y caminos, y muchos sobrevivieron solo porque lograron subirse a árboles, techos o la azotea de una bodega mientras esperaban ayuda que tardó en llegar.
Una dirigente local reconoció que “más de mil personas fueron rescatadas en lugares increíbles, en árboles, en techos, en la punta de una bodega”, aunque evitó ofrecer detalles sobre los daños humanos o materiales.
Evacuaciones tardías y descoordinación
Vecinos del municipio denuncian que las alertas de peligro fueron ignoradas por las autoridades, que insistieron en que “no era necesario evacuar todavía”. Cuando finalmente dieron la orden, muchas familias ya estaban atrapadas entre el agua, sin transporte ni recursos para salir.
Un video grabado desde un helicóptero y compartido en el grupo de Facebook Revolico Río Cauto mostró el pueblo completamente inundado: solo se veían los techos de las casas, mientras el resto estaba bajo el agua.
La presa Cauto del Paso, la más grande de Granma, vertió más de mil millones de metros cúbicos de agua —el triple de su capacidad—, lo que provocó un desbordamiento masivo que agravó las inundaciones en toda la zona.
Silencio oficial frente a muertes confirmadas
Aunque Díaz-Canel insiste en que “no hay fallecidos”, ya se han confirmado al menos dos víctimas en el oriente del país.
Uno de ellos es Roberto Rodríguez Munder, de 56 años, de Palma Soriano, quien fue arrastrado por la corriente de un río cuando intentaba cruzarlo. Su cuerpo fue encontrado al día siguiente por vecinos, según confirmaron sus familiares y medios internacionales.
En El Cobre, la Iglesia Católica informó la muerte de un anciano durante el temporal. Ninguno de estos casos ha sido reconocido oficialmente.
A pesar de las evidencias, el régimen mantiene su línea de negar cualquier pérdida humana. Díaz-Canel, incluso, calificó las denuncias de los ciudadanos como “campañas de desinformación”, asegurando que “de existir fallecidos, serían informados con absoluta honestidad”.
Pueblos arrasados y sin recursos
En municipios como Río Cauto, Guamo y Grito de Yara, las familias lo han perdido todo: colchones, muebles, ropa, electrodomésticos y alimentos. La mayoría no tiene cómo recuperar lo perdido. Sin seguros, sin ahorros y con salarios estatales miserables, el desastre los deja en una situación desesperada.
Las supuestas “ayudas” del Estado se reducen a unas pocas planchas de zinc, croquetas o materiales de construcción vendidos a precios imposibles para la gente común.
Un país sin control ni confianza
El paso de Melissa dejó al descubierto una vez más la fragilidad del país. La falta de mantenimiento de represas, la infraestructura en ruinas y la desorganización estatal amplifican cada tragedia natural.
Mientras el régimen se dedica a la propaganda y a negar la realidad, los cubanos siguen enfrentando el desastre con lo poco que tienen: sin transporte, sin corriente, sin alimentos y sin fe en un gobierno que siempre llega tarde.
Las imágenes de familias atrapadas en los techos, compartidas por redes como Facebook y WhatsApp, cuentan la verdad que la prensa oficial intenta ocultar.
En Río Cauto, como en todo el oriente, el agua bajará, pero el abandono —ese que no tiene pronóstico de mejora— seguirá subiendo.










