La abogada y expresentadora cubana María Victoria Gil Fernández rompió el silencio y ofreció una entrevista exclusiva a CiberCuba, donde se refirió a la gestión de su hermano, el exministro de Economía Alejandro Gil Fernández, y su desempeño al frente de la economía cubana. Su diagnóstico fue contundente: su hermano no estaba preparado para semejante responsabilidad.
Al ser preguntada si Alejandro tenía la capacidad para asumir el cargo, Vicky Gil fue directa: “Claro que no. Mi hermano es ingeniero en explotación de transporte marítimo… No es economista para llevar la economía de un país como lo es Cuba”.
Aunque el exministro obtuvo un doctorado en economía, María Victoria señala que el título tuvo un carácter más ideológico que académico.
“Hizo una tesis y un doctorado cuyo tutor fue Miguel Díaz-Canel Bermúdez. Todo fue formalidad, un título orientado desde la cúpula del poder”, explicó.
Según su visión, los errores de Alejandro como ministro no fueron casuales, sino consecuencia directa de su falta de preparación: “Con pocos conocimientos y con un sistema como el nuestro, creo que actuó más por desconocimiento e incapacidad, y también por omisión”.
El ejemplo más grave, señaló, fue el ordenamiento económico implementado en plena pandemia, una medida que calificó como inoportuna y destructiva: “La idea de aplicar el ordenamiento económico mientras el mundo estaba sumergido en la pandemia, con la economía devastada… ¿a quién se le ocurre hacer eso?”.
María Victoria no se limitó a lo técnico. Subrayó la responsabilidad de su hermano en el sufrimiento del pueblo cubano: “Mi hermano es culpable de la miseria, de la inflación, de la tristeza y desesperanza. Es responsable de que en las calles de Cuba no haya niños, ni alegría, ni ilusión”.
Aun así, aclaró que su crítica nace del amor a la verdad y a su patria: “Lo amo con todo mi corazón, pero primero que todo está mi patria”.
En el plano judicial, María Victoria dejó claro que Alejandro debe responder por sus errores económicos, pero también advirtió que no puede cargar con toda la culpa en un sistema donde las decisiones se toman colectivamente: “Las medidas adoptadas en el gobierno pasan por un tamiz, y si no son aprobadas por Raúl Castro Ruz y la camarilla, no salen a la luz”.
Sobre la situación personal de su hermano, reveló detalles inéditos: detenido desde el 7 de marzo de 2024, un mes después de su destitución, ha perdido 50 libras, todo el cabello y solo puede recibir visitas de 15 minutos cada 15 días. Los cargos en su contra incluyen espionaje, malversación, cohecho, evasión fiscal, lavado de activos y falsificación de documentos públicos, y la Fiscalía ha solicitado cadena perpetua.
A pesar de su severa crítica a la gestión económica, María Victoria duda de la acusación de espionaje: “No lo veo capaz. Mi hermano es muy noble”.
También condenó el secretismo del proceso judicial, que le impidió incluso conocer la detención hasta que la televisión cubana difundió la noticia, generando aislamiento familiar y miedo.
Finalmente, María Victoria Gil subrayó la necesidad de transparencia, debido proceso y responsabilidad compartida. Reconoce que su hermano debe rendir cuentas, pero no debe ser un chivo expiatorio que proteja a otros responsables del desastre económico en Cuba.
El juicio se espera ante el Tribunal Supremo Popular antes de que termine el año, en un proceso que marcará un capítulo más en la compleja historia política y económica de la isla.










