💄 Lis Cuesta: la “no primera dama” que volvió a darle la espalda a su pueblo

Redacción

Ni una palabra, ni una visita, ni un gesto de empatía. Así ha sido el silencio de Lis Cuesta, esposa de Miguel Díaz-Canel, mientras miles de familias en el oriente cubano lo han perdido todo tras el paso del huracán Melissa.

Nacida en Holguín, una de las provincias más devastadas por el ciclón, Cuesta no ha tenido ni el más mínimo gesto de solidaridad con su tierra natal. No ha organizado ayuda, no ha acompañado a su esposo en los recorridos oficiales por las zonas destruidas, ni siquiera ha publicado un mensaje de apoyo a los damnificados.

Mientras en oriente los cubanos sobreviven entre lodo, hambre y miseria, Lis Cuesta sigue disfrutando de su vida de privilegios en el Palacio de la Revolución, rodeada del confort que solo el poder ofrece.

El 28 de octubre, un día antes de que el huracán tocara tierra, escribió en su cuenta de X (antes Twitter):

“Melissa augura daños terribles. Pese al criminal cerco de EEUU (…), el Estado cohesiona todo un país y sus recursos en función del Oriente”.

Desde entonces, silencio absoluto. Ninguna palabra para los damnificados. Ninguna muestra de humanidad.

Su más reciente reaparición pública fue para comentar la presentación de un libro sobre José Martí en Nueva York, completamente ajena a la tragedia que viven miles de cubanos sin techo ni comida.

Y es que la llamada “no primera dama” solo aparece en escena cuando hay viajes, eventos internacionales o alfombras rojas, luciendo marcas de lujo y sonrisas de protocolo. Todo mientras en la isla escasean los medicamentos, los apagones se multiplican y la desesperanza se extiende.

En su biografía de redes, Lis Cuesta se define como:

“Junto a Díaz-Canel, incondicional al servicio de Cuba”.

Pero a estas alturas, ya nadie se engaña. Su servicio no es al pueblo cubano, sino a su propio bienestar y a la vanidad del poder.

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