El reconocido músico cubano Cándido Fabré volvió a sacudir las redes con un mensaje cargado de frustración y sinceridad, en el que denunció los abusos de los vendedores particulares y el colapso económico que asfixia a la población.
“Vendedores particulares se aprovechan del dolor y la necesidad del pueblo… suben los precios a cada minuto, no admiten transferencia, las tarjetas magnéticas están por gusto, pobres jubilados y trabajadores sin un kilo en efectivo”, escribió Fabré en Facebook, dejando ver un tono más indignado que nunca.
El artista, conocido por su verbo encendido y su estilo directo, no se detuvo ahí. También arremetió contra los transportistas privados, a quienes calificó sin tapujos: “Del transporte ni hablar, los boteros son criminales, así las guaguas arrendadas. Líbranos, Señor, de tanta cabrona”.
El post se viralizó rápidamente, reflejando una queja que cada día gana más fuerza entre los cubanos: el encarecimiento brutal de los productos básicos, la desaparición del dinero en efectivo y la total falta de control estatal frente a la especulación.
Cuba, un país donde el salario no alcanza
Las palabras de Fabré tocan una llaga abierta. En los últimos meses, el costo de la vida en Cuba se ha disparado a niveles insostenibles, con precios que superan cualquier referencia lógica. Según la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), la libra de cebolla llegó a costar más de 1,000 pesos en ciudades como Camagüey y Santa Clara, mientras en otros territorios apenas baja de 300.
En paralelo, los salarios continúan anclados en la miseria. Una madre habanera, Alianis Leyva González, contó recientemente que gasta 400 pesos semanales en pan para su hijo, casi una quinta parte del salario promedio del país, que ronda los 2,100 pesos mensuales. Su testimonio se volvió viral porque retrata una realidad que millones enfrentan: comer o moverse por la ciudad se ha convertido en un lujo.
Entre la fe, la rabia y el desamparo
El mensaje de Cándido Fabré combina fe y desesperanza. “Comida sí hay, pero cómo llegar a ella sin plata y sin valores humanos”, escribió, denunciando no solo la crisis material, sino también la pérdida de empatía y solidaridad dentro de una sociedad marcada por la escasez.
Su tono mezcla el desahogo espiritual con una crítica social profunda, que incluso muchos simpatizantes del régimen comparten en silencio. Fabré, a pesar de su cercanía al oficialismo, le puso voz al cansancio de un pueblo que se siente abandonado por las instituciones y devorado por la inflación.
Mientras los precios continúan subiendo y los negocios particulares se niegan a aceptar pagos electrónicos, los cubanos siguen sobreviviendo entre colas infinitas, apagones, transporte colapsado y una economía cada vez más dolarizada.
El mensaje del músico, cargado de rabia y fe, no solo denuncia el abuso, sino que retrata la impotencia colectiva de un país donde ya ni la esperanza alcanza para llenar un plato.










