En medio del apagón que mantiene a buena parte del oriente cubano sumido en la oscuridad tras el paso del huracán Melissa, un gesto de humanidad brilla con fuerza desde el municipio de Río Cauto, en la provincia de Granma. Allí, un vecino llamado Humberto Milán decidió abrir las puertas de su casa y compartir la electricidad con todo aquel que la necesite, sin pedir nada a cambio.
“En momentos difíciles como los que estamos viviendo, necesitamos personas como mi tío, que permite que todo aquel que necesite cargar algún equipo lo haga sin ningún costo”, escribió su sobrina Annelis Álvarez en el grupo de Facebook Revolico Río Cauto. El mensaje, acompañado de una invitación abierta —“Todo aquel que lo necesite puede llegar sin ningún problema. Horario… 4:00 pm a 6:00 pm”—, se llenó de comentarios de gratitud y admiración.
Vecinos de la zona y usuarios en redes sociales elogiaron el gesto solidario del hombre. “Esas son las personas que necesita el pueblo en esta situación. Gracias y bendiciones para ese gran hombre”, comentó un padre de familia. Otra usuaria, en cambio, comparó la diferencia de actitudes: “Gracias por ese gesto tan lindo. En Mabay y Julia no podemos decir lo mismo: acá, si no pagas, no cargas tus equipos”.
Solidaridad frente al abandono
El acto desinteresado de Humberto Milán no es un caso aislado. En la localidad de Guisa, también en Granma, el joven Dargel Rosales Martínez puso su planta eléctrica al servicio de los vecinos para que pudieran cargar celulares, linternas, ventiladores y lámparas, en un entorno donde la falta de corriente ha vuelto la vida casi imposible. En su caso, la gasolina fue donada por un amigo anónimo.
Estos gestos sencillos, pero cargados de humanidad, contrastan con la indolencia del Estado cubano, que sigue sin ofrecer respuestas efectivas a los miles de damnificados. En barrios enteros de Granma y Holguín, las familias continúan sin techo, sin agua y sin alimentos, rodeadas de escombros y promesas vacías.
El sistema eléctrico nacional, colapsado tras el paso del ciclón, se mantiene al borde del abismo. Mientras el gobierno intenta vender una narrativa de “recuperación y resistencia”, los apagones siguen siendo el pan de cada día, y la mayoría de los circuitos afectados aún no han sido restablecidos.
En medio de esa oscuridad literal y moral, la luz de personas como Humberto Milán se convierte en símbolo de esperanza. Sin propaganda ni consignas, solo con un cable tendido y un corazón dispuesto, este cubano demuestra que la verdadera energía del país sigue estando en su gente, no en el sistema que los apaga.










