Yurisleidis Remedios, una madre cubana de trillizos que ha denunciado su precaria situación en redes sociales, se ha convertido en símbolo del drama cotidiano que viven miles de familias en la isla. En un video que rápidamente se viralizó, la mujer muestra cómo, ante la falta de gas y los interminables apagones, se ha visto obligada a cocinar con leña dentro de su apartamento, una decisión que asume como “la única que hay aquí” para poder alimentar a sus hijos.
Entre humo y paredes ennegrecidas, Yurisleidis enseña la pequeña hoguera improvisada y denuncia que ni antes del huracán Melissa logró comprar combustible de forma estable. “Miren esto, señores. Esto ya es demasiado. En un apartamento hay que cocinar con leña”, dice con impotencia. Según cuenta, muchas veces debe salir con los tres niños a buscar pedazos de madera para poder preparar lo poco que consigue cada día.
Una realidad marcada por la escasez y la desidia
Remedios no solo denuncia la falta de gas y electricidad, sino también la crisis sanitaria que afecta su comunidad. Asegura que en su edificio hay casos de chikungunya y desmiente las declaraciones del doctor Durán García, vocero del Ministerio de Salud Pública. “Con su mayor respeto, doctor Durán, usted es un mentiroso. Aquí nadie viene a fumigar”, afirma sin titubear.
La mujer relata además que por las noches duerme en el portal con sus hijos para escapar del calor sofocante y los mosquitos. También dice que ha visto movimientos sospechosos de camiones en la zona mientras, según las autoridades, “no pasa nada”.
Miedo, pobreza y represión
Yurisleidis reconoce que teme represalias por sus denuncias. Recuerda que fue detenida una vez “a la salida de la escuela” de los niños y teme volver a ser “secuestrada” o vigilada por agentes del régimen. “Yo no voy a tener miedo”, insiste, aunque sabe que su voz molesta a quienes prefieren el silencio.
Su historia refleja la angustia económica de los trabajadores cubanos. Dice ser bibliotecaria en una escuela prácticamente destruida, con muros y ventanas caídas, lo que dificulta el regreso a clases. Explica que su salario ronda los 3.400 pesos cubanos, pero puede bajar hasta los 1.990 si falta por enfermedad de los niños. “Dígame, ¿qué usted va a comprar con ese salario?”, pregunta, denunciando que mientras los precios están en divisas, su paga no alcanza ni para lo básico.
“Esto es la realidad del cubano a pie”
Con voz cansada pero firme, Yurisleidis asegura que su lucha “es pacífica” y que solo pide “un gobierno que saque este pueblo hacia adelante”, que atienda a los vulnerables y devuelva los servicios esenciales. “Hablo con la sinceridad en el corazón, nadie me manipula”, dice, describiendo lo que vive como “una película de terror” que no piensa callar.
Su testimonio, crudo y valiente, expone el rostro real de una Cuba donde madres cocinan con leña dentro de sus casas, donde los salarios no alcanzan y donde la represión sustituye la ayuda. “Yo no voy a tener miedo”, repite. “Porque esto, esto es la realidad del cubano a pie.”







