El gobernante cubano Miguel Díaz-Canel volvió a mostrar su desconexión total del pueblo durante su reciente visita al poblado de El Cobre, en Santiago de Cuba, una de las zonas más golpeadas por el huracán Melissa. Su reacción ante el reclamo desesperado de una mujer damnificada provocó indignación dentro y fuera de la isla.
Mientras recorría las calles devastadas, el mandatario intentaba dar su discurso acostumbrado: “Van a ir grupos a hacer evaluación”, dijo, en referencia a las brigadas del Estado que supuestamente analizarían los daños. Pero el guion se le rompió en seco cuando una vecina lo interrumpió con un grito que resumía el drama de miles: “¡No tenemos cama!”.
Visiblemente molesto, Díaz-Canel respondió con un tono arrogante y cortante: “Y yo tampoco tengo para dártela ahora”.
El momento, captado en video y difundido por el influencer Alex Otaola, corrió como pólvora por las redes sociales, generando una ola de críticas contra el dirigente por su falta total de empatía ante la tragedia de su pueblo. “La gente lo perdió todo, y él responde como si estuviera discutiendo en una cola del agro”, comentó un internauta indignado.
Intentando recomponer su imagen tras el desliz, el mandatario añadió: “Ya les dije que hay un grupo de gente haciendo donaciones y recursos que se están gestionando por el Estado”, pero sus palabras llegaron tarde. Para los presentes, sonó a otro discurso vacío, de esos que ya nadie cree.
En El Cobre, donde más del 90% del poblado quedó arrasado, los vecinos aseguran que la ayuda no llega y que muchos siguen durmiendo entre los escombros o bajo lonas improvisadas. “Perdimos casas, camas, comida… todo. Lo único que vino fue el viento”, dijo uno de los residentes en redes sociales.
Según Otaola, varios vecinos tuvieron prohibido acercarse al mandatario durante su visita, un detalle que confirma el carácter controlado de estas “apariciones públicas”, más pensadas para la televisión estatal que para escuchar al pueblo.
En las redes, las críticas no se hicieron esperar. “Qué fácil habla quien no tiene que pasar hambre ni dormir en el piso mojado”, escribió una usuaria. Otro añadió: “Ni Fidel habría respondido con tanto descaro”.
El incidente llega en medio de un ambiente de creciente malestar social por el manejo gubernamental de la emergencia tras el huracán Melissa y por la crisis económica que sigue asfixiando al país.
En El Cobre, símbolo de fe y resistencia para los cubanos, las ruinas del ciclón se mezclan con las ruinas morales del régimen. Mientras la gente clama por ayuda, el “presidente del pueblo” demuestra, una vez más, que no tiene nada que ofrecer… ni siquiera una cama.










