Entre el agua y la desesperación: así sobrevivieron más de 600 familias en Holguín

Redacción

Las imágenes que están saliendo desde Holguín son de esas que te dejan con un nudo en la garganta. Un video grabado en Yaguabo, una comunidad del municipio Cacocum, muestra casas completamente bajo el agua, muebles flotando como si fueran hojas, animales muertos y familias que quedaron literalmente con lo puesto. Es un retrato duro, casi irreal, de cómo el huracán Melissa borró de golpe la tranquilidad de cientos de personas.

El material fue compartido por el activista cubano Norge Ernesto Díaz Blak, mejor conocido como Noly Black. Él se metió hasta el fondo de la comunidad para mostrar, sin filtro y sin maquillaje, lo que estaban enfrentando los vecinos cuatro días después del temporal. A pesar del tiempo transcurrido, el agua seguía ahí, estancada por el desbordamiento del río Cauto, como si se negara a irse.

En el video no hay forma de escapar al impacto: habitaciones llenas de agua, ollas que flotan como barquitos, colchones inservibles, perros y gallinas desaparecidos. Lo que antes era hogar ahora es un charco gigante donde el silencio pesa más que cualquier palabra. Y entre tanta destrucción, están las familias, empapadas, agotadas y tratando de entender cómo se reconstruye una vida desde cero.

Mientras caminaba entre el fango, Noly habló con varios residentes. Algunos estaban tristes, otros resignados, y otros simplemente perdidos. Una cooperativista le contó que todo el ganado de la zona se perdió. Todo. Ella y sus perritos lograron ponerse a salvo, pero cuando le preguntaron qué le quedaba, solo levantó una mochilita casi vacía. “Esto es lo que tengo”, dijo, con una mezcla de dolor y resignación.

En otra casa, un vecino le mostró la marca que dejó el agua. No fue una simple inundación: el nivel alcanzó la parte superior de la puerta. Imagínate eso. Un matrimonio caminaba con el agua por encima de las rodillas mientras enseñaban locales estatales completamente anegados: la cafetería, la tienda, el INDER, incluso la sede de la Policía.

Quizá una de las escenas más duras fue la de un hombre cargando un sillón sobre los hombros. No era un mueble cualquiera. “Esto es de mi papá, que está postrado. Esa es su silla de ruedas”. Lo llevaba como si cargara un pedazo de vida.

Otro vecino rompió en llanto mientras contaba que la Policía lo sacó de su casa sin permitirle rescatar ni un ventilador. Nada. Dijo que hasta la comida se le echó a perder. “Estoy pasando más hambre…” confesó, porque ahora depende de lo que puedan darle otros vecinos.

Según Noly Black, entre Yaguabo y la cabecera municipal de Cacocum hay más de 600 casas en la misma situación. Seis. Cientos. Un desastre enorme del que no se habla lo suficiente. Por eso pidió ayuda a sus seguidores y a cualquier persona que pueda aportar. “Espero que ustedes me ayuden a ayudar”, dijo en su video.

Y es que pedir ayuda en Cuba no es un capricho. Con salarios que no alcanzan, precios imposibles y una infraestructura que se cae a pedazos, recuperarse de una inundación como esta es casi misión imposible. Reponer un colchón, un refrigerador o un simple fogón se convierte en una odisea.

En medio del abandono institucional, solo queda la solidaridad: los envíos desde Miami, las campañas de recaudación, los grupos de vecinos que se apoyan como pueden. Pero surge una pregunta que corta el aire: ¿cuánto más puede resistir una población que lo pierde todo una y otra vez, esperando una ayuda que llega tarde o no llega nunca?

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