Desde el mismísimo Birán, Holguín —el pueblo que vio nacer a los dictadores Fidel y Raúl Castro— llega una imagen que estremece: una niña cubana, con la inocencia y el dolor en la voz, pide ayuda entre lágrimas luego de que el huracán Melissa destruyera el techo de su humilde vivienda.
“Ayúdenme, miren mi casita, miren cómo me levantó el ciclón todo esto. No tengo comida y no puedo más”, suplica la pequeña en un video difundido en Facebook, mientras muestra los restos de lo que antes era su hogar. Su tono es de desesperación, con una sinceridad que corta el alma.
En otra parte del video, la niña enfoca a sus abuelos, dos ancianos con el rostro marcado por la necesidad. “Miren a mis abuelitos, no tienen ropa ni zapatos… ayúdennos, por favor, yo soy hija de Dios”, dice entre sollozos, intentando que alguien, desde cualquier rincón del mundo, escuche su clamor.
El opositor José Daniel Ferrer compartió las imágenes, denunciando la indiferencia del régimen cubano ante el sufrimiento de los más vulnerables. “Esa niña vive en el mismo sitio donde nacieron los tiranos Fidel y Raúl Castro, los causantes de la opresión y la miseria extrema en nuestra Patria”, escribió el líder opositor.
Ferrer pidió a quienes conozcan casos similares que los difundan: “El mundo debe ver lo que viven los cubanos de a pie, los que no tienen cómo reconstruir sus casas ni qué darle de comer a sus hijos”.
El paso del huracán Melissa dejó un panorama de destrucción total en Holguín, donde, según datos oficiales, más de 7,500 viviendas resultaron afectadas, incluyendo más de 400 derrumbes totales. Miles de familias permanecen sin techo, intentando sobrevivir entre los escombros.
Las autoridades provinciales aseguran que brigadas de trabajadores realizan labores de limpieza y reparación, pero los testimonios locales desmienten la versión triunfalista. “Las ayudas no llegan, y la gente sigue viviendo bajo lonas o al sereno”, denuncian vecinos en redes sociales.
Desde Santiago de Cuba y Las Tunas, el régimen anunció el envío de tejas y materiales de construcción, pero las cifras —10 mil tejas de asbesto y zinc, y 5 mil tejas asfálticas— apenas alcanzan para una fracción del desastre.
Holguín reporta más de 435 mil afectaciones totales tras el paso del ciclón. Casi 300 mil personas fueron evacuadas, y más de 800 siguen refugiadas en centros improvisados, muchos sin condiciones básicas.
Hasta inicios de noviembre, solo se habían restablecido poco más de la mitad de los circuitos eléctricos, y el servicio de agua seguía interrumpido para cientos de miles de hogares.
En medio de ese panorama, la voz de una niña desde Birán resuena como un grito que atraviesa el silencio cómplice del régimen. “Ayúdenme, no tengo comida”, dice con una mezcla de inocencia y desesperanza.
Una súplica que, más allá del dolor, expone la hipocresía de un sistema que presume humanidad mientras el pueblo clama por sobrevivir en las ruinas del “paraíso socialista”.










