Después de varios días de rumores y versiones cruzadas, por fin se confirmó una noticia que alegró a medio país: Yoni, el perrito que había conmovido a Cuba entera, está vivo y de vuelta con su familia en la zona del Cauto. La confirmación llegó gracias a fuentes locales y a reportes de la emisora de Bayamo, que verificaron la historia.
Según vecinos y testigos, durante la evacuación por el huracán Melissa, el cuidador de Yoni fue trasladado de emergencia y el animalito quedó solo. Más tarde, un familiar logró rescatarlo, pero una segunda evacuación volvió a dejarlo abandonado en medio del desastre. Fueron días de soledad y hambre, hasta que finalmente logró reunirse con sus tutores, quienes hoy lo cuidan con alimento, cariño y hasta lágrimas de alivio.
A pesar de las adversidades, el pequeño sobrevivió —como mismo lo hacen tantos cubanos olvidados por el Estado—, demostrando que la lealtad y la resistencia no se decretan, se viven. Mientras el régimen se jactaba de su “organización” ante el ciclón, en la práctica miles de familias —y también sus animales— quedaron a su suerte, sin apoyo real ni protección efectiva.
En su barrio, Yoni es más que un perro: es un símbolo de fortaleza y comunidad, un recordatorio viviente de lo que el pueblo cubano logra con solidaridad y amor, sin necesidad de consignas ni mandatos.
Gracias al comunicador Rubén Javier, cuyo video ayudó a completar y confirmar esta historia, se supo que Yoni hoy está seguro, limpio y bien alimentado. Su historia, marcada por el abandono y la esperanza, termina con un final feliz.
Ojalá no vuelva a quedar solo nunca más —ni él, ni los tantos seres vivos que sufren en silencio las consecuencias del desastre y la desidia oficial. Porque si algo ha demostrado Yoni, es que incluso en el abandono más cruel, la vida siempre busca la forma de resistir.







