El turismo internacional en Cuba sigue en caída libre. Los datos oficiales del cierre de septiembre de 2025 confirman una caída del 20,5 % en la llegada de visitantes, una cifra que desnuda la gravedad de la crisis que atraviesa uno de los sectores que el régimen siempre ha vendido como su “motor económico”.
Entre enero y septiembre solo arribaron 1.366.720 turistas extranjeros, lo que significa 352,000 menos que el año pasado, según el más reciente informe de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI). Una vez más, los números desmienten la propaganda del gobierno y confirman que la “recuperación turística” es puro cuento.
El economista Pedro Monreal compartió el documento en su cuenta de X y no se anduvo con rodeos: los datos evidencian la “severidad de la crisis turística”, demostrando que ni las campañas oficiales ni las nuevas rutas aéreas han logrado detener la debacle. “Las cifras son un reflejo claro del fracaso del modelo turístico cubano”, advirtió.
En total, la ONEI registró 1.960.713 viajeros, incluyendo a los cubanos residentes en el exterior, apenas un 85 % del total alcanzado el año anterior. Un desastre si se considera que 2024 ya había sido un año flojo, con cifras muy por debajo de los niveles previos a la pandemia.
El desplome es generalizado. Canadá, principal mercado emisor de turistas hacia la isla, envió 559,715 visitantes, un 19,5 % menos que en 2024. La diáspora cubana también viajó menos: la cifra cayó un 20,7 %, con apenas 177,823 llegadas. Pero el golpe más fuerte vino de Rusia, que pasó de 141,612 a solo 88,879 turistas, una bajada del 37,2 %.
El contraste es brutal: mientras los medios del régimen celebraban la apertura de una nueva ruta entre San Petersburgo y Varadero, la realidad muestra que el mercado ruso es el que más se ha desplomado. España, Francia y Alemania tampoco se salvan: sus cifras cayeron 27 %, 24 % y más del 40 %, respectivamente.
La ocupación hotelera ronda el 25 %, y la rentabilidad del sector se hunde más cada mes. Aun así, el gobierno sigue prometiendo milagros y repitiendo metas imposibles: 2,7 millones de visitantes para 2025, una cifra que ya nadie cree ni dentro ni fuera del país.
Los especialistas coinciden: la crisis del turismo cubano es estructural, no coyuntural. Los apagones eternos, la escasez de productos básicos, el deterioro de la infraestructura y la falta de conectividad aérea son una mezcla explosiva que ahuyenta a cualquier viajero.
Mientras destinos como República Dominicana, México o Jamaica baten récords de visitantes con políticas modernas y estímulos al sector, Cuba se hunde entre hoteles vacíos y calles oscuras. Y lo más absurdo: el régimen sigue priorizando la construcción de hoteles de lujo mientras el pueblo sufre apagones, hambre y hospitales sin recursos.
Detrás de esta estrategia se esconde el verdadero beneficiario: GAESA, el conglomerado militar que controla el turismo, los bancos, las inmobiliarias y buena parte de la economía nacional. Más del 40 % de la inversión estatal se destina al sector turístico, aunque el país esté sumido en una de las peores crisis de su historia.
En el fondo, el turismo ya no es una fuente de ingresos, sino una fuente de poder para las élites militares que manejan el dinero del país. Y mientras ellas se enriquecen, el resto de los cubanos sigue atrapado entre la miseria y los apagones.
El balance de septiembre no deja dudas: el turismo cubano está en ruinas, y el régimen no tiene cómo levantarlo. Si las tendencias actuales se mantienen, el año podría cerrar con apenas 1,8 millones de visitantes, una cifra vergonzosa frente a los 4,2 millones que llegaban antes de la pandemia.
Mientras la propaganda oficial celebra cada vuelo como si fuera un logro histórico, las estadísticas y la realidad del pueblo gritan otra verdad: Cuba vive una decadencia profunda, y su modelo económico —controlado por militares y sostenido por mentiras— hace aguas por todos lados.







