Parece una broma, pero no lo es. Después de más de ocho meses sin entregar productos de aseo, los medios oficialistas de Las Tunas anunciaron con entusiasmo que ¡por fin! comenzó la distribución de un jabón de lavar y otro de tocador por consumidor. La noticia se presentó como una “medida solidaria” hacia las provincias orientales afectadas por el huracán Melissa, aunque para muchos cubanos fue más bien una muestra del nivel de precariedad en el país.
Los medios locales Periódico 26 y Tiempo21Cuba compartieron en redes imágenes de cajas de jabones de producción nacional, calificando la entrega como una “buena noticia”. Sin embargo, lejos de aplausos, lo que abundaron fueron los comentarios sarcásticos y de frustración: los cubanos no olvidan que desde marzo no se garantizaba el aseo básico en la canasta familiar normada.
En los comentarios, el humor y la rabia se mezclaron. Frases como “al fin se acordaron de que las personas se bañan”, “tenía que venir un ciclón para que dieran jabón” o “solo nos bañamos una vez al año” inundaron las redes. Muchos usuarios también recordaron la eterna ausencia de pasta dental, ironizando: “¿Y los dientes? ¿No entran en el plan de emergencia del ciclón?”.
Otros aprovecharon para denunciar la desigualdad en la distribución. Mientras en Las Tunas algunos recibieron los jabones, en municipios como Puerto Padre o Jobabo aseguraron que no había llegado nada. Además, muchos señalaron que, cuando el aseo llega, las bodegas cambian las reglas: lo que se anuncia “por consumidor” termina entregándose “por núcleo” o incluso de forma parcial.
El sarcasmo fue la respuesta dominante. “Aleluya, gloria a Dios, se acordaron de nosotros”, escribió una usuaria, mientras otro agregó: “Ocho meses sin jabón… ya el agua ni quita el sucio”. La gente parece haber perdido toda fe en las “buenas noticias” oficiales, que cada vez más se sienten como parches improvisados ante un sistema que no da abasto.
Este episodio no es nuevo. En meses anteriores, los cubanos ya habían denunciado la entrega irregular de módulos con apenas dos botellas de detergente, un tubo de pasta y unos pocos jabones, cantidades que duran poco en hogares con varios miembros. En cada anuncio, el patrón se repite: el Gobierno celebra lo mínimo, y la gente responde con resignación y humor.
La nueva distribución en Las Tunas, presentada casi como un “triunfo revolucionario”, deja en evidencia la crisis estructural del abastecimiento en Cuba. Un país donde un simple jabón se convierte en noticia y donde, para colmo, hay que esperar un huracán para poder bañarse.










