Mientras los cubanos siguen lidiando con apagones diarios, el gobierno anuncia que quiere construir ciudades con transporte eléctrico. Sí, leíste bien: ciudades sostenibles y movilidad eléctrica. Y para hacerlo, el plan es apoyarse en Corea del Sur, uno de los países más avanzados tecnológicamente del planeta. La noticia ha generado de todo: desde esperanza hasta ironía, porque, seamos sinceros, hablar de autos eléctricos en un país donde a veces ni hay corriente para cargar el móvil suena un poco utópico.
Según explicó el ministro de Transporte, Eduardo Rodríguez Dávila, el pasado 27 de octubre arrancó en Corea del Sur un seminario titulado “Fortalecimiento de capacidades para la movilidad eléctrica en el transporte urbano en Cuba”, organizado por la Agencia Coreana de Cooperación Internacional (KOICA) y la Universidad de Seúl. Ocho especialistas cubanos de varios ministerios —Transporte, Industria, Educación Superior y Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente— participan en esta especie de curso intensivo sobre cómo impulsar el transporte eléctrico en la isla.
Durante su estancia, los expertos cubanos visitarán lugares emblemáticos del desarrollo surcoreano, como el Instituto de Investigación de la Energía Eléctrica (KEPRI) y la Universidad de Seúl. Allí están aprendiendo sobre temas de integración de baterías, redes inteligentes, cargadores eléctricos y planificación urbana. En palabras más simples: cómo hacer que la gente acepte y se beneficie del transporte eléctrico sin que todo el sistema colapse.
Rodríguez Dávila aseguró que esta capacitación permitirá que la movilidad eléctrica en Cuba “se planifique con una visión de ingeniería de sistemas, no solo de transporte”. Una frase que, aunque suena técnica y prometedora, ha sido blanco de chistes y memes en redes, porque muchos cubanos no entienden cómo se puede hablar de redes inteligentes cuando ni siquiera hay estabilidad en el sistema actual.
Y es que el contraste es evidente: mientras se habla de autos eléctricos y ciudades sostenibles, la isla enfrenta apagones masivos, una red eléctrica colapsada y plantas termoeléctricas viejas y sin mantenimiento. Es difícil imaginar autobuses eléctricos circulando por calles donde los semáforos no funcionan por falta de luz.
Claro, el aprendizaje técnico no está de más y puede servir en un futuro —si es que llega el futuro con electricidad estable—, pero por ahora suena más a un sueño que a un plan realizable. La falta de inversión, la crisis económica y la precariedad tecnológica hacen que estos proyectos parezcan más propaganda que realidad.
Por si fuera poco, este esfuerzo no es el único intento del gobierno por “modernizar” el transporte. Más de 150 cubanos están actualmente estudiando en universidades rusas para especializarse en ferrocarriles, mantenimiento, automatización y telecomunicaciones. Todo forma parte de un acuerdo entre Cuba y Rusia para supuestamente renovar el sistema ferroviario del país.
En resumen, mientras los apagones siguen, los trenes se atrasan y los cubanos siguen resolviendo con bicicletas o coches tirados por caballos, el gobierno apuesta por autos eléctricos y “ciudades sostenibles”. Ojalá algún día el sueño deje de ser discurso y se conecte, literalmente, a la corriente. ⚡







