Doctor Durán revela que el 30% de los cubanos ya han sido infectados con el «virus» y advierte que lo peor está por venir

Redacción

El Ministerio de Salud Pública volvió a plantarse en la Mesa Redonda para intentar maquillar, una vez más, el desastre epidemiológico que asfixia a Cuba. El dengue, el chikungunya y cuanto virus cargue un mosquito siguen haciendo estragos, mientras el gobierno insiste en vender la idea de una “tendencia a la disminución” que nadie ve en la calle.

El director nacional de Epidemiología, Francisco Durán, trató de ponerle un tono optimista al asunto. Dijo que la situación sigue “aguda”, pero que los números bajan. Afirmó que quienes pasan el chikungunya desarrollan inmunidad, aunque “mejor es no enfermarse”. Una frase que suena a chiste negro en un país donde la gente vive rodeada de basura, agua estancada y mosquitos por manadas.

Durán negó la cifra que corre de boca en boca sobre el supuesto 90% de población infectada, pero terminó confesando que los estudios marcan “treinta y tantos por ciento”. Una admisión que, lejos de tranquilizar, confirma que la propagación del virus está fuera de control.

Las imágenes que acompañaron el programa mostraban barrios inundados de insalubridad, hospitales colapsados y todo el deterioro que ya forma parte del paisaje cotidiano. Mientras el funcionario hablaba de estabilidad y disciplina epidemiológica, la realidad afuera seguía siendo un caos sanitario histórico.

La expansión del dengue y el chikungunya continúa firme en gran parte del país, con provincias como La Habana, Matanzas y Ciego de Ávila al límite. La mayoría de los casos de chikungunya se concentran en varias provincias del centro y occidente, con Matanzas llevando la peor parte. Durán trató de sacar un respiro mencionando que el virus Oropuche no ha mostrado nuevos casos esta semana, como si eso compensara la tragedia epidemiológica nacional.

Uno de los puntos donde más insistió fue la limpieza y el control vectorial. Criticó la dependencia total de la fumigación y explicó que solo mata al mosquito “que esté volando en ese momento”, dejando intactos los criaderos. Habló de chapas, depósitos mal tapados y basura acumulada, pero no mencionó la responsabilidad de los gobiernos locales, que llevan años sin garantizar ni la recogida de desechos ni el mantenimiento básico de las ciudades.

El epidemiólogo también se refirió a las investigaciones en curso, mencionando más de veinte estudios en desarrollo, entre ellos el uso de Jusvinza para tratar dolores post-chikungunya. Dijo que todo requiere “rigor”, como si el problema fuera la paciencia del pueblo y no la falta total de medicamentos, reactivos, ambulancias, personal médico y condiciones higiénicas.

Prometió la producción nacional de multivitaminas, aunque sin fecha ni detalles, una promesa más que el pueblo cubano escucha desde hace décadas, mientras las farmacias siguen vacías.

Durán apeló finalmente a la solidaridad ciudadana, sobre todo con los ancianos que viven solos, insistiendo en que la lucha contra el mosquito depende de todos. Una declaración que, lejos de inspirar, deja claro que el Estado ha renunciado a su responsabilidad y traslada la carga al ciudadano común, que vive sin agua, sin recursos y sin respaldo institucional.

Mientras tanto, en las calles siguen creciendo montañas de basura, los salideros de agua corren libremente y los mosquitos encuentran criaderos hasta en las grietas del asfalto. La supuesta “tendencia a la baja” que el régimen intenta vender en televisión no encaja con lo que vive el cubano de a pie, que cada día enfrenta una crisis sanitaria desbocada, agravada por la incompetencia absoluta de un gobierno que no logra controlar ni los mosquitos.

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