Cuatro aviones cargados de ayuda humanitaria por la Iglesia Católica desde Miami están a punto de aterrizar en Cuba

Redacción

Cuatro aviones cargados de ayuda humanitaria están a punto de aterrizar en Cuba, y no gracias al Gobierno, que sigue estancado en discursos, sino por la acción directa de la Iglesia Católica, que una vez más demuestra que cuando el Estado falla, otros se ponen al mando. La Conferencia de Obispos Católicos de Cuba anunció que estos envíos saldrán desde Miami rumbo a las provincias más destruidas por el huracán Melissa, con especial urgencia en Santiago de Cuba, Guantánamo, Granma y Holguín.

Según informó la propia Iglesia, todo este operativo se ha logrado con el apoyo de la Arquidiócesis de Miami, Cáritas Cuba y varias organizaciones católicas internacionales que no han dudado un segundo en movilizar alimentos, medicinas, artículos de higiene y todo lo que hoy escasea en una isla donde la gente vive al borde del colapso. Es una coordinación internacional que deja en evidencia la incapacidad del régimen para responder a una emergencia básica.

Los obispos aclararon que estas donaciones llegan gracias a la solidaridad de comunidades de fe en América Latina, Europa y Estados Unidos. Son redes de apoyo que funcionan sin propaganda, sin politiquería, y con una eficiencia que cualquier cubano quisiera ver en sus instituciones. Cáritas Cuba será la encargada de entregar los recursos directamente a las familias afectadas, sin intermediarios ni shows televisivos.

En su mensaje, la Iglesia agradeció la solidaridad del mundo y reafirmó algo que muchos cubanos sienten, aunque no lo digan en voz alta: “La Iglesia no puede permanecer indiferente ante el dolor de su pueblo. Somos instrumentos de esperanza y consuelo en medio de la adversidad.” Es una frase que, hoy más que nunca, contrasta con el silencio calculado de quienes deberían estar liderando la recuperación en vez de esconderse tras estadísticas maquilladas.

En medio de la crisis interminable, donde cada huracán golpea más fuerte porque el país ya no tiene defensas, la Iglesia Católica vuelve a colocarse como el puente que conecta a Cuba con la ayuda real. No solo trae cajas con recursos: trae compañía, fe y ese empujón moral que la gente necesita para no sentirse abandonada.

Mientras el gobierno se pierde en excusas y controles, la ayuda llega desde afuera, impulsada por quienes sí escuchan el clamor del pueblo. Y eso, en estos tiempos, vale más que mil discursos oficiales.

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