El gobernante Miguel Díaz-Canel volvió a apretar el mismo tornillo flojo: culpar a otros de la crisis que el propio régimen ha provocado. Este viernes se sumó personalmente a la campaña oficial contra el medio independiente El Toque, acusándolo de recibir dinero del exterior para hundir la moneda cubana y actuar como parte de una imaginaria “guerra económica”. Una narrativa que ya ni los más fieles creen, pero que él repite como si fuera dogma.
En su publicación en X, el mandatario afirmó que “la guerra económica contra Cuba tiene por diseño deprimir al máximo los ingresos del pueblo cubano”, y señaló al medio como engranaje de esa supuesta estrategia, asegurando que cuenta con un “probado financiamiento” destinado a impulsar la depreciación del peso. Lo curioso es que jamás muestra una sola prueba, pero la acusación queda ahí, para rellenar titulares en la prensa oficial.
Las palabras del primer secretario del PCC sirven de eco a una ofensiva que en las últimas dos semanas ha colocado a El Toque en el centro de una acusación de “manipulación especulativa”. Todo esto mientras el régimen sigue sin reconocer que el colapso del peso cubano no lo provoca un portal informativo, sino décadas de desorden monetario y políticas económicas que solo generan más miseria.
Ese mismo viernes, el Banco Central de Cuba decidió alinearse con la narrativa y cuestionó la legitimidad de la Tasa Representativa del Mercado Informal (TRMi). Calificaron el cálculo del medio como una “señal distorsionada” que influye en precios y expectativas. En otras palabras, culpan al termómetro porque marca fiebre, y no a la enfermedad que ya invadió todo el cuerpo económico del país.
La institución prometió trabajar en un mercado cambiario “ordenado y transparente”, aunque sin fechas ni detalles, que es la forma elegante del régimen de decir que no tienen nada listo y que posiblemente no lo tendrán en mucho tiempo.
La escalada contra El Toque no surgió de la nada. Comenzó el 29 de octubre, cuando el canciller Bruno Rodríguez aseguró que existían “pruebas” de una supuesta manipulación de la tasa. Días después, el vocero oficialista Humberto López subió aún más el volumen, acusando al medio de un plan de “guerra económica”, mencionando “terrorismo financiero” y hasta insinuando procesos penales. Todo un show para distraer al país del verdadero problema.
Estas acusaciones chocan de frente con la realidad: Cuba no tiene un mercado cambiario funcional y, ante la ausencia de un sistema creíble, la población y las empresas usan el valor de referencia del mercado informal para sobrevivir. Pero según el discurso oficial, la crisis no es fruto de su propia torpeza, sino de una web que reporta lo que ocurre en la calle.
La activista Amelia Calzadilla lo dijo sin vueltas: El Toque no mueve el mercado, solo lo reporta. El dólar no sube porque haya un algoritmo maligno, sino porque el propio gobierno vendió alimentos, artículos básicos y electrodomésticos en dólares, mientras obligaba al pueblo a seguir cobrando salarios en un peso que vale menos cada día.
Al final, la nueva cruzada contra El Toque no es más que otro intento desesperado del régimen por encontrar culpables externos. La economía cubana se hunde sola, empujada por quienes hoy señalan con el dedo. Y ese cuento viejo, ya nadie se lo traga.










