En cada barrio siempre hay una vecina que todos quieren, que todos cuidan, que todos respetan. En el nuestro, esa persona es la señora Juana, una abuela fuerte, cariñosa y conocida por su bondad. Pero hoy su realidad es desgarradora. Juana está enferma, sola y abandonada en medio de una situación que nadie merece vivir. Con dengue, un marcapasos y varios problemas de salud que requieren atención diaria, su estado es, literalmente, crítico.
Para colmo, desde que el huracán Melissa arrasó con la zona, ni un solo funcionario se acercó a su casa. Nada. Ni una visita para evaluar daños, ni una mano amiga, ni un simple “¿cómo está?”. Del municipio de Gibara, Holguín, no apareció nadie. La dejaron sola y a su suerte, como si no existiera. Como si una mujer enferma no fuera prioridad para nadie.
Y entonces pasó lo que siempre pasa en Cuba cuando las autoridades duermen: las redes sociales hicieron lo que ellos no quisieron hacer. Alguien publicó fotos del estado lamentable en que estaba viviendo Juana, y de pronto, milagrosamente, aparecieron los funcionarios. Qué casualidad, ¿verdad? La trasladaron al hospital, la visitaron, la atendieron… pero solo después de quedar expuestos públicamente. No por compasión. No por deber. Por imagen.
Hasta la directora de Salud Pública se apareció, intentando “dar la cara” a última hora. Pero ya el daño estaba hecho. Porque una vez más quedó demostrado que las apariencias pesan más que la vida de una persona vulnerable. Y eso duele. Duele mucho.
La casa de Juana está afectada, la estructura dañada, los riesgos son evidentes… pero aun así pasó días enteros sola, enfrentando dengue, fiebre, dolor y un huracán que le cambió la vida. Todo sin ayuda.
Su caso ha movido a la comunidad entera. Vecinos y personas de todas partes han dejado comentarios en redes sociales pidiendo apoyo urgente. Josefa exige ayuda por dignidad. Nancy envía bendiciones. Mercedes ruega por intervención inmediata. Juan implora que no la dejen morir. Y Mari y Adelfa subrayan la necesidad de atención médica urgente. Un pueblo que sí siente, que sí ve, que sí se preocupa.
La verdad es simple: Juana necesita ayuda YA. No mañana, no cuando sea tendencia, no cuando los jefes tengan miedo a una denuncia. Ahora. Necesita atención médica constante, alimentos, medicamentos, y una evaluación seria de los daños de su vivienda. Cada día sin asistencia es un día más de sufrimiento para una mujer que dedicó años a su comunidad.
Las redes sociales se han convertido en la única herramienta efectiva para exigir lo que debería ser un derecho básico: ser atendido. Y por eso hacer visible el caso de Juana es fundamental. Porque no es solo ella. Es el reflejo de miles de personas vulnerables que dependen de la solidaridad de otros para sobrevivir.
La señora Juana merece respeto, cuidados y el acompañamiento de su comunidad. No podemos dejarla sola. Ayudarla no es caridad: es humanidad, es justicia y es memoria. Cada gesto cuenta. Cada denuncia cuenta. Cada mano tendida puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.










