Logra viajar a España niña cubana con visa humanitaria para tratar peligroso tumor que en la isla nunca pudieron curarle

Redacción

El jueves en la noche despegó de La Habana un vuelo que cargaba más que pasajeros. Llevaba a Yanaris Charlette y a su hija Brianna, una niña de 10 años que encontró en España la oportunidad médica que Cuba jamás pudo darle. Después de meses de súplicas, negativas y angustias, madre e hija salieron finalmente del país rumbo a la operación que podría cambiarles la vida.

La activista Lara Crofs, quien acompañó paso a paso toda la batalla, anunció la noticia como “el vuelo de la esperanza”. Y no exageró. Fueron ocho meses golpeando puertas en hospitales de medio mundo, buscando una solución que la llamada “potencia médica” cubana dejó en papel: un diagnóstico que terminaba con la frase fría y devastadora “se imposibilita proceder quirúrgico”.

Llegaron el viernes a Madrid, y desde allí siguieron para Valencia, donde Brianna será atendida por especialistas que sí cuentan con la tecnología y los insumos que en Cuba brillan por su ausencia. El lunes tendrá su primera consulta, un paso que para muchos niños es rutina, pero que para ella es literalmente una oportunidad de vida.

Lara contó un momento que la dejó marcada: el abrazo de Yanaris antes de partir. Un abrazo largo, sentido, que no era solo agradecimiento, sino el desahogo de una madre que lleva años viviendo con miedo a que su hija deje de respirar mientras duerme. “Ese abrazo estaba lleno de esperanza y de sueños por cumplir”, escribió.

Para quienes han acompañado esta lucha, ese gesto confirmó algo que todos los cubanos ya saben: cuando las instituciones no funcionan, es la gente común la que sostiene al país.

Una niña que resiste, una madre que no se rinde y un sistema que les dio la espalda

Brianna carga desde los tres años un quiste tirogloso con trayecto fistuloso. Tres operaciones en Cuba, tres fracasos. Cada cirugía terminaba como empezó: con la lesión creciendo de nuevo. El tumor comenzó a afectarle la lengua, la garganta, la voz, la respiración. Episodios de ahogo. Desnutrición. Miedo constante.

En enero, los médicos cubanos confirmaron lo que ya era evidente: no tenían cómo operarla. Ni recursos, ni insumos, ni tecnología. La famosa potencia médica reducida a un papel donde se lee: “no se puede”. Ese papel fue el entierro de cualquier esperanza dentro del sistema de salud controlado por el régimen.

Yanaris, desesperada, decidió romper el silencio. Habló, denunció, grabó videos. No por escándalo, sino por terror. Sabía que el tumor podía cerrarle por completo la vía aérea a su hija.

La solidaridad que el Estado no tuvo

Desde Estados Unidos, la activista Saily González lanzó una campaña de recaudación. En pocos meses reunieron más de 6,900 dólares, un esfuerzo enorme para ciudadanos comunes, pero aún lejos de los 32,000 necesarios para la operación.

Encima llegó otro muro: la visa humanitaria. Entre restricciones, burocracias y silencios oficiales, todo parecía perdido.

Pero siguieron donando, compartiendo, tocando puertas. Un hospital en Miami aceptó el caso, pero finalmente llegó la noticia decisiva el 11 de noviembre: España les otorgó la visa y el camino se abrió donde menos lo esperaban.

Lo que el Estado cubano negó, lo construyeron ciudadanos de varios países, gente que no conoce a Brianna pero decidió tenderle la mano.

Saily lo resumió con una frase que duele y alienta a la vez:
“Una niña que vivía con miedo a no despertar hoy tiene una oportunidad real de sanar gracias a quienes no se resignaron”.

Y esa es la verdad incómoda. No fue el sistema. No fue el gobierno. No fue la potencia médica. Fue la solidaridad de los cubanos de a pie y de personas fuera de la isla las que lograron lo que el régimen no quiso o no pudo hacer.

Habilitar notificaciones OK Más adelante