Otro fin de semana de pesadilla en Cuba por los apagones: el Estado no puede garantizar la electricidad ni un solo día de manera estable

Redacción

La pesadilla eléctrica en Cuba volvió a mostrar los colmillos este sábado, cuando la Unión Eléctrica publicó otro parte que confirma lo que ya es un secreto a voces: el Estado no puede garantizar la electricidad ni un solo día de manera estable. El país sigue atrapado en un ciclo de apagones que ya ni sorprende, porque se ha vuelto parte de la rutina diaria.

El propio informe de la UNE deja claro que no hay espacio para el optimismo. Hubo cortes desde las 5:17 de la mañana del viernes hasta pasada la medianoche. Diez minutos después del amanecer, las interrupciones regresaron como si nada. Es un sistema exhausto, remendado, incapaz de sostener la demanda mínima de un país entero.

La caída máxima del viernes, que llegó a 1,429 MW, superó incluso lo que ellos mismos habían pronosticado. Un desplome que muestra sin filtros el tamaño del colapso. A esta cifra se le sumaron otros 128 MW perdidos en la región oriental por el paso del huracán Melissa. La combinación perfecta para pulverizar la poca capacidad de generación que quedaba.

A las 6:00 am, la disponibilidad del Sistema Eléctrico Nacional era de 1,660 MW frente a una demanda de 1,950 MW. Ese hueco se tradujo en más de 300 MW de afectación inmediata. Y según la UNE, al mediodía el apagón debía subir a unos 650 MW. Cada parte es un recordatorio más de que el sistema no da para más.

En el reporte, la empresa estatal reconoció que varias termoeléctricas siguen paradas por averías, entre ellas unidades en Antonio Maceo, Felton y Nuevitas. Otras están en mantenimiento en Santa Cruz del Norte y Cienfuegos. Prácticamente medio gigawatt de generación térmica está fuera de servicio, dejando al SEN en una posición cada vez más vulnerable.

El panorama empeora cuando se mira la escasez de combustible. La UNE admitió que 80 centrales de generación distribuida no pudieron operar por falta de recursos, un golpe que eliminó 737 MW. A eso se sumaron 94 MW detenidos porque no había lubricantes. En total, 831 MW fuera de juego únicamente por carencias materiales. Un desorden que retrata a la perfección la crisis estructural del país.

Para el horario pico, el pronóstico es devastador. Con una demanda proyectada de 3,080 MW y apenas 1,660 MW disponibles, el déficit rondará los 1,420 MW, lo que puede provocar apagones que se acerquen a los 1,500 MW. Una cifra que, en cualquier lugar del mundo, sería un escándalo nacional. En Cuba ya es la norma.

La UNE intentó sacar pecho mencionando la producción de los 30 nuevos parques solares, que llegaron a aportar 523 MW en su punto máximo. Pero ese brillo es puro maquillaje. La energía solar no alcanza para tapar décadas de abandono, corrupción, mala planificación y decisiones torpes que destruyeron el sistema eléctrico cubano.

La Empresa Eléctrica de La Habana, mientras tanto, reconoció afectaciones de 200 MW el viernes, con apagones desde las 10 de la mañana hasta las 8 de la noche. En la madrugada, según dijeron, “no hubo afectación”. Una frase que ya provoca más risa que alivio.

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