El Consejo de Dirección de la Empresa Provincial de Servicios Comunales de Camagüey salió públicamente a decir que trabaja “con total receptividad” en la organización del cementerio principal de la ciudad. Justo esa frase fue suficiente para que las redes ardieran. La publicación en Facebook desató una ola de denuncias que retrata lo que la población lleva años gritando: el camposanto está en ruinas y el abandono llegó a un punto vergonzoso, justo en medio de una crisis funeraria que crece por día.
La reacción ciudadana fue inmediata. “¿Pero serán descarados?”, soltó una usuaria, cansada de que le vendan como transformación lo que no es más que maquillaje barato. Otro internauta fue todavía más directo al decir que hablar de receptividad es una burla total, porque la situación no nació ayer, sino que viene podrida desde hace años.
Los comentarios describen un panorama que habla por sí solo. Robos de mármol y bronce sin castigo, profanaciones que nadie investiga, tumbas destruidas y un caos administrativo donde incluso se han denunciado ventas ilegales de bóvedas por 30 mil pesos. A esto se suman violaciones urbanísticas, locales usurpados y un personal que recibe amenazas cuando intenta proteger el patrimonio funerario. Ni siquiera la memoria de los veteranos mambises se salva del vandalismo.
La indignación aumenta cuando los vecinos cuentan que la sala de exhumación está en un estado lamentable y que no existe una digitalización mínima de los registros funerarios, lo que abre espacio para extravíos, manipulaciones y más descontrol. Para muchos, en ese cementerio no hay ni orden, ni respeto, ni la más remota presencia institucional.
Otro usuario alertó sobre el riesgo sanitario que representa este abandono. Dijo que, cuando los cadáveres empiecen a liberar gases, la situación podría convertirse en una bomba. Y no exagera. El deterioro es visible, basta caminar entre la maleza, las lápidas arrancadas y los restos humanos expuestos que ya han sido denunciados antes.
Todo esto ocurre mientras el país atraviesa una crisis funeraria nacional marcada por la rotura del crematorio provincial, hospitales colapsados y escenas surrealistas donde los fallecidos son trasladados en camiones, porque no hay ni vehículos fúnebres disponibles. La triste realidad es que el régimen ya no garantiza ni el último servicio que un ser humano merece.
Para muchos camagüeyanos, el estado del cementerio es el resumen más crudo del derrumbe institucional que vive Cuba. Como dijo un ciudadano que sintetizó el sentir de todos: “Ni vivos ni muertos tenemos paz en este país”.










