La historia que hoy sacude a Segundo Frente, en Santiago de Cuba, es de esas que te dejan sin palabras. Un joven de apenas 23 años perdió la vida de manera inmediata luego de ser atropellado por un auto de turismo que, según testigos, perdió el control mientras bajaba una pendiente peligrosa. El muchacho solo intentaba incorporarse a la vía principal desde Loma Blanca cuando ocurrió la desgracia. Una mezcla fatal: un tramo riesgoso, un vehículo fuera de control y una comunidad que ya había advertido del peligro.
El joven, conocido por su carácter tranquilo y por ganarse la vida arreglando piezas de motores, había detenido su motor para incorporarse cuidadosamente a la vía. Pero el destino tuvo otros planes. Las fuentes locales confirman el hecho, aunque la fecha exacta del accidente no ha sido precisada aún. Lo cierto es que su vida terminó en un segundo, sin margen para reaccionar, sin oportunidad de escapar.
La confirmación del impacto mortal llegó a través del periodista independiente Yosmany Mayeta Labrada, quien compartió la noticia en Facebook. Su publicación incluyó un dato que aumentó aún más la indignación del barrio: los ocupantes del auto, dos hombres y una mujer, huyeron del lugar. Y no solo huyeron… Según versiones de vecinos, transportaban “productos no autorizados”, una práctica muy común en esa zona rural. En otras palabras: prefirieron escapar antes que enfrentar las consecuencias.
Pero esta no es solo la historia de un accidente. Es también la historia de una comunidad cansada de repetir la misma tragedia. Ese tramo de carretera es conocido por su peligrosidad y ya muchos han levantado la voz, pidiendo señalización, mantenimiento y control. Nada cambia… hasta que es demasiado tarde.
Mientras tanto, el padre del joven vivió uno de los momentos más desgarradores que puede enfrentar un ser humano. Él se encontraba viajando hacia La Habana cuando recibió la peor llamada de su vida. Regresó de inmediato… pero ya nada podía hacerse. Su hijo cumpliría años el 19 de noviembre. Un cumpleaños que ahora será un recordatorio del vacío.
Las redes se inundaron de mensajes de dolor, indignación y reclamo de justicia. Amistades, vecinos y conocidos exigen que las autoridades actúen con transparencia, que se esclarezca el caso y que los responsables —los que manejaban y los que huyeron— enfrenten las consecuencias.
Por desgracia, este accidente no es un caso aislado. En las últimas semanas, Cuba ha sido escenario de varias tragedias viales. A inicios de noviembre falleció Joel Milera Barceló, “El Miller”, en un accidente en el Malecón habanero. Y el 21 de octubre, otro motorista perdió la vida tras chocar de frente contra un carretón tirado por caballo en Guanabacoa. Historias diferentes, pero todas con un denominador común: carreteras peligrosas, vehículos deficientes, falta de control y una crisis vial que parece no tener freno.
Los datos oficiales lo confirman: motos y ciclomotores están implicados en más de la mitad de los incidentes viales en Cuba. Solo entre enero y agosto de este año murieron 502 personas en accidentes de tránsito. Una cifra que ya representa el 80% del total de fallecidos de 2024… y todavía no ha terminado el año. ¿Cuántas vidas más se perderán antes de que algo cambie?
La muerte de este joven de Segundo Frente no puede quedar como un número más en un informe. Es una vida truncada, un padre destruido, una comunidad en duelo y otra señal de alarma en un país donde manejar se ha convertido en un acto de fe.










